Primero golpe, pero feliz

Poco a poco iba aplicando esa visión de lo importante que era el querer y que te quiera el entorno. A decir verdad, ya de por sí pensaba un poco así, pero necesitaba alguna prueba que me lo demostrara, y la tuve viendolo en aquel programa y asegurándome que lo que mueve al mundo es la importancia que tenemos para otros y los demás para nosotros.

Por lo que empecé a tener esa mentalidad de paz, de alta autoestima, de querer, de importarme todo y con una visión de la vida optimista y social. Era un punto de inflexión, tenía que tomar fuerzas, sabía que ese era el camino y ahora me quería enfocar en la escuela, ya que era el último año antes de pasar a bachillerato. Un cambio importante.

Así, con esa mentalidad de sentirme importante, hacía que el resto también lo sintieran así y notaba como tenía una buena presencia, incluso me daban buenos escalofríos por ello. Erradiaba bienestar y seguridad y eso hacía que no tuviera verguenza a hacer cualquier tontería, me gustaba reirme de mi mismo y me atrevía a socializar e incluso pedir o decir las cosas a los profesores, otros estudiantes, cuidadores… que otros estudiantes no lo podían hacer y acudían a mi para que yo lo dijera.

Tenía las herramientas para hablar y al yo verme seguro, sabía cómo conducir situaciones que podrían ser molestas o delicadas para algunos. Utilizaba un tono de voz tranquilo, empático y seguro, por lo que no ofendía a nadie y si lo hacía, no me sentía mal porque lo hacía con buenas intenciones.

Además, con ese optimismo, practicaba un poco la autodefensa. Esa defensa que salía cuando veía que alguien quería pasarse de listo o quería dejarme mal o como tonto por algo.

Con todo esto, me iba desarrollando poco a poco como persona, tanto es así que empecé a acercarme bastante a más a Amazonas, hablándola e incluso había un cierto tonteo entre los dos. Tenía claro que tarde o temprano le diría que me gustaba pero…

Que pasó, Amazonas

Claro, yo aunque estaba muy bien conmigo mismo, no salía los fines de semana, pero Amazonas sí. Y antes de que pudiera hacer algo, le comenté a aquel amigo de mi primera banda que estuvo conmigo en el grupo de los punkies, que Amazonas me gustaba cada vez más.

Y en un lunes, me entero de que Amazonas y ese amigo, tuvieron un encuentro amoroso. Al enterarme fue como una puñalada, algo que no me lo esperaba y me dolió mucho… se me habían adelantado y este par de años que iba detrás de ella, no habían servido para nada. Ese fue mi primer desamor ( ¿Y única?) donde me «rompieron» el corazón. No me jodas y además con mi amigo, que aunque no tenía que guardarme respeto ni nada, sentía que lo había hecho por mi, porque yo no le paraba de hablar de ella y como él tendría más coraje que yo, se lanzó y esta le aceptó.

Con un arrebato de pena y dolor y guiado por la impotencia de hacer algo para arreglar la situación, le dije a Amazonas por messenger que ella me gustaba mucho y que después de enterarme de aquello, me quería morir, que tenía ganas de coger un cuchillo y clavármelo porque no podía soportar tanto dolor en mi,  al imaginarme ella con otro…

Ella estaba flipabando mucho y me dijo que lo primero me calmara y que no dijera esas cosas. Lo siguiente que dijo fue que no se esperaba para nada que ella me gustaba y que ni lo sospechaba. Lo tercero que dijo fue que no sabía que decirme, que si le hubiera dicho antes, las cosas podrían haber sido distintas, pero que ahora ya está conociendo al otro chico y que no podía hacer nada.¡Me muero, no puede ser!

Le pedí por favor para quedar a solas en un rincón escondido en la calle, que quería verla y quería hablarla de mis verdaderos sentimientos. En mi mente aquello era lo único que podía hacer antes de perderla para siempre, pero finalmente no lo hice porque tampoco queria entrometerme en algo que ya estaba y me dí cuenta de que por mi indecisión y por esperar tanto tiempo, se me escapó la oportunidad de empezar una loca aventura amorosa con ella. En fin, espero que si existe otro universo, mi yo de otra dimensión no sea tan tonto y se lance!

También es verdad que me seguía llevando bien con mi amigo. En su época habíamos llegado a ser muy buenos amigos, yo durimendo en su casa y él en la mía y a decir verdad… no había pasado nada malo para perder dicha amistad o para yo enfadarme con él.

Pero después de que empezara a salir con Amazonas, no fue a ser el mismo, apenas salía con sus amigos y siempre que podía estaba con ella. Además hubo un cambio muy radical en su actitud,  como que estaba muy orgulloso de su relación, hablandome como con superioridad, queriendo desmostrar su hombría, e incluso me hablaba a mi (Que él sabía que yo andaba detrás de ella) que menuda máquina era ella en la cama, que hacían de todo. ¿Para qué me dijo eso? Cada vez estaba más convencido de que lo hizo por morbo y sentía que me hablaba como si hubiera conseguido un trofeo al ligarse a Amazonas.

Y aquí acabó mi primera historia de ¿¿Amor?? con un golpe bastante bajo pero que me recuperé con el tiempo.

Curiosamente, esta pareja duró como 3 años y cuando rompieron, me encontré una noche de fiesta a Amazonas y parecía que quería tener algo conmigo, queriendo bailar pegado a mi y diciendome cosas bonitas. Pero para entonces yo ya había cambiado como veréis y todo eso se quedó en nada y desaproveché esa oportunidad de revenirme. Con lo que fue en su día Amazonas para mí… hay que ver.

Aquí ya vi que tonto el último y que es mejor actuar e ir a por lo que uno quiere, que quedarse esperando a que algo pase o se cumpla, sabiendo que por sí solo, no se hará realidad. Y esto es una verdad que se entiende muy bien en la teoría, pero en la práctica cuesta un poco más. Pero también, aunque los envidio, siento que los que se atreven a ir a por lo que quieren o les interesa, son un poco egoistas en ese sentido, como que solo les importa eso y el resto no. Y eso, a mi me hace perder oportunidades de todo tipo, por esta sensación. No sé ir a por lo que quiero, si existe algún componente social en ello.

Creo que los que se atreven, tienen una voz o diálogo interior, que se dicen «Venga, con dos huevos, inténtalo que no pasa nada» y lo hacen. Creo que todos deberíamos de trabajar y repetir esa voz interior hasta tener, no la seguridad de éxito, pero si la seguridad de querer y haberlo intentado.

El cículo de los cinco

A pesar de ese golpe, tenía que centrarme en mi año académico, que nos jugábamos el pase a bachillerato y para ese último año, mezclaron a los alumnos de tres diferentes clases que había en todo secundaria. Era el fin de una etapa de la escuela que duró 4 años con más recuerdos buenos que malos.

Ese mismo año, coincidimos en una misma clase 5 personas, quienes hicimos buenas migas, poniéndole el apodo de «el círculo de los 5» (Me lo acabo de inventar).

Uno de los miembros era Ozu, mi buen amigo que me llevó al último local que estuve. Otro era Mure, también amigo de mi primerísima banda de amigos extinta y que como yo, había quedado un poco descolocado pero parece que ya había encontrado sus amigos. Despúes estaban otros dos chicos llamados Alien y oveja, que al ser estos dos de otro pueblo diferente al nuestro, entre ellos se llevaban muy bien y eran como uña y carne. Eran relativamente nuevos en nuestra escuela, pero vinieron juntos y permanecían juntos desde entonces.

El caso es que nosotros 5 nos juntábamos en el tiempo libre y nos lo pasábamos en grande en cualquier situación que pudiera pasar. Había una gran confianza y cariño entre nosotros y esto lo demostrábamos insultándonos, burlándonos, llamándonos tontos, haciéndonos pequeñas putadas entre nosotros… pero nos lo tomábamos sanamente, por lo que no me importaba que se metieran conmigo, porque luego yo me metía con ellos y siempre así.

Aunque a veces esos piques si llevaban a enfados, por ejemplo Alien era uno de los que más tomaba el pelo a la gente con la boca pequeña, pero si se lo hacían a él se ponía rojo como un tomate  y se molestaba, muy gracioso todo. Y es aquí cuando practicaba la autodefensa también. Es verdad que conmigo también se metían, pero yo me defendía o aceptaba la broma o la humillación, pero lo hacía en el buen sentido y yo después también hacía bromas. Eso me gustaba, ya que esos piques que lo hacíamos desde el cariño y desde mi autodefensa, nos hacián pasarlo en grande.

También la liábamos de vez en cuando, escapándonos del vigilante que nos impedía acceder al edificio, poníendo un «virus» en la sala de ordenadores para que al cabo de un tiempo sonara a todo volumen un ruido molesto de los altavoces del PC, llamábamos al teléfono de la biblioteca estando nosotros delante y molestando a la responsable… cosillas que hacían las delicias de nuestros días.

En este caso, no había un líder ni nadie que fuera más que otro, siempre nos juntábamos y decidíamos que hacer, tratándonos entre nosotros de una manera parecida. No sé, me gustaban los cortes que nos metíamos entre nosotros, los insultos cómo “cállate flipado”, “eres muy tonto” “que mongolo eres”,  insultos negativos pero que con el rollo que teníamos nos lo tomábamos bien y era un signo de confianza y de que a pesar de esos desprecios, nos teníamos cariño.

Y creo que ese es el don que tenía, que las cosas negativas me las tomaba positivas en la escuela. Porque claro, imagínate que me tomara negativamente todo lo “malo” que me decían. De hecho, alguna vez, alguien sí que me comentó algo como «Ander, te están llamando loco y riéndose de ti, no te molesta que se refieran a ti de esa manera?» Y sinceramente no, porque yo también formaba parte de ese juego, no era algo ajeno a mi.

Asi que entre nosotros se creó un vínculo muy bueno, especialmente entre yo y Mure, ya que Ozu estaba con nostros cuando no estaba con la novia y los otros dos, pues eran pili y mili. No había tenido una mejor relación con Mure en mi vida y nos reíamos de cualquier chorrada, comíamos juntos siempre, bromeábamos juntos con otra gente, nos apoyábamos el uno al otro… y el que yo fuera el más atrevido y el más sinvergüenza del círculo de los cinco, sentía como despertaba cierta simpatía por ser como era a Mure.

Mure me apreciaba y le gustaba estar conmigo, a veces siguiendo mis maneras de actuar, mis bromas, se atrevía a hacer cosas que yo empezaba y que él las seguía… vamos, yo era un poco su inspiración. A decir verdad, esto era una cualidad natural mía, la capacidad de convertirme en un líder natural, sin intentar serlo.

Aquello, junto con mi forma de pensar, hizo que fuera el mejor año de la escuela de mi vida.

Pero aunque fuésemos el círculo de los 5, había un chico que también a veces se unía…

El pinchoz

En nuestra clase había un chico que casi siempre iba solo y cuando tenía que hablar con alguien, hablaba muy rápido y se ponía muy nervioso, mirando par el suelo y moviendo sus manos y retorciéndolos. Era un chico que se sentía inseguro y que no se atrevía a socializar tanto. Le llamaremos pinchoz, porque un día jugando al balón, Mure le obligó a ir a por la pelota que se quedó enganchado en una especie de hierbas del monte y este al intentar coger el balón de ah´´i y Mure meterle un poco de prisa dijo «Es que hay pinchoz».

Y muchas veces venía con el círculo de los cinco, pero nunca participaba en las conversaciones. Se dedicaba a estar callado y observar las tonterías que hacíamos y reírse de ello cuando algo le hacía gracia, pero siempre a una distancia prudencial, no tan al lado. (Un poco como yo me sentía en mi pueblo de verano la verdad).

A veces le invitábamos a que viniera y se integrara, pero sin embargo no le aceptábamos, sobre todo Mure, Alien y Oveja, que se metían con él de forma gratuita porque como sabían que no iba a contestar y se pondría nervioso, le hacían bromas y le decían cosas para que se pusiera más nervioso aún, para nuestro disfrute.

Por ejemplo, si nos reíamos de algo y a este chico también le hacía gracia, Mure le decía “¿Qué Pinchoz, te hace gracia? Ha sido muy gracioso, a que si” y este no sabía donde meterse ni a donde mirar, acabando mirando al suelo.

Si por ejemplo, estábamos hablando de chicas, Mure le miraba y le decía » Y a ti quien te gusta Pinchoz? Te gusta María ehhh venga admitelo, te gusta ella a que si?» y el otro chico nervioso y avergonzado, por lo bajini diciendo que no pero Mure seguía chinchándole en ese aspecto y los otros dos le seguían el rollo riéndose.

No le puteábamos personalmente para hacerle sentir mal y no creo que nunca nos tuviera miedo (sino, no se acercaría a nosotros), sólo que de esa debilidad, nos cachondeábamos de él por nuestra supuesta superioridad. En vez de nosotros animarle y ayudarle con su “problema” éramos un poco cabrones y nos reíamos de ello (nuestro ambiente era así también) y aprovechábamos su debilidad y su indefensión para reirnos un poco.

Lo curioso es que yo no estaba de acuerdo con algunas actuaciones que teníamos, por lo que cuando alguien se metía con él y si le veía muy incómodo, me daba pena y quería suavizar el asunto, diciéndole que no se lo tomara tan en serio y que no hiciera ni caso. Por mi parte intentaba tenerlo en cuenta y animarlo para que se integrara o al menos que conmigo, tuviera confianza.

Y vi una buena aceptación. Era a mí al único que se me acercaba a decirme algo, a contarme algún chiste, a pedirme algún favor o ayuda… y me sentía bien porque había conseguido de hacerle sentir mejor o al menos más cómodo.

Pero hay una cosa curiosa con todo esto y que me dió mucha rabia. Como he dicho, Pinchoz y yo cuando estábamos solos, estábamos bien, pero cuando estábamos el círculo de los cinco y si por algún casual, alguno me hacía alguna broma a mi o me «humillaba» por algo, Pinchoz aprovehaba y seguía la broma, quizás un tanto más cruel. Los demás del círculo no daban crédito y se reían de esa situación y de que cómo un “débil” como Pinchoz que tan callado y nervioso era, se atrevía a meterse conmigo.

Seguidamente los del círculo se metían con él otra vez en plan diciéndole y en tono broma el “te has pasado” y pegándole alguna cachetada suave en plan broma o para mostrar su superioridad. Yo simplemente le decía que no se pasara de listo conmigo.

Otro ejemplo fue en clase. Alguien del círculo le pedía por ejemplo un lápiz a Pinchoz y este por miedo o respeto se lo dejaba sin decir nada.  Incluso alguna vez les decía que solo tenía uno y medio balbuceando decía «No, pero este lápiz estoy usándolo yo…» y el del círculo le decía «Bueno pero yo no tengo, me vas a dejar así y que me joda? Eres un cabron Pinchoz, venga déjame!» y finalmente se lo dejaba, quedandose Pinchoz sin lápiz. Éramos unos cabrones en ese sentido y se notaba claramente el tema de poderes y roles.

Y lo que más rabia me daba era cuando yo, le pedía algo porque realmente lo necesitaba y viéndo que tenía de sobra y me podía dejar perfectamente, con toda su seguridad me decía que NO, porque le daba la gana. Y yo le replicaba que no le costaba nada y que me dejara uno y él se volvía a negar. Y simplemente no quería dejármelo, porque tenía la suficiente confianza para decirme que no.

Es decir, yo que te estoy intentado ayudar, que no te puteo como otros te hacen, te intento dar confianza y me lo pagas así? ¿Te doy la mano y me coges el brazo? Que tengo que ser, un hijo de puta como los otros para que me tengas respeto? Te tengo que humillar y tenerte a raya como los demás entonces? No tenía sentido, en vez de estar agradecido, se me subía a la chepa. Y claro tampoco era eso la cosa.

Por lo que con muchos detalles como ese, me hacía pensar si realmente era tan pobrecito ese muchacho y si realmente estaba haciendo bien en ayudarlo. Me pareció bastante feo que tomara mi ayuda y confianza para revelárse contra mí delante de otros. En fin, tampoco le di mucha importancia y el tiempo pasó, pero eso se me quedó.

A día de hoy, de vez en cuando coincidimos por la calle y su nerviosismo ha mejorado mucho, siendo ahora un graciosin y ha encontrado su grupo de amigos, lo cual me alegra. Solemos hablar un poco de alguna que otra chorrada y parece que se toma las cosas con humor, pareciendo más feliz y confiado que antes.

Siguiente: Segundo Golpe

Deja un comentario