Entonces hoy, con 30 años llego a la conclusión de que tengo tres (o más) miedos que han sido directamente transmitidos de mis padres a mí, sobre todo por parte de mi madre. De todos ellos, solo uno me preocupa mucho, el del miedo a la gente y al de socializar.
Los demás, quizás no son tan importantes y son más puntuales.
Uno de los miedos es el miedo a la carretera.
Veréis, mi madre de pequeña tuvo un accidente de tráfico en el que un camión se les cruzó en una curva con poca visibilidad y nadie murió, pero a ella se le metieron varios cristales en los ojos a punto de dejarla totalmente ciega.
Es un hecho que supongo que deja secuelas, al igual que deja en aquellos que habrán sufrido algún accidente de tráfico, es un evento fuerte. Supongo que al igual que si te muerde un perro, despues puedes sentir miedo al pasar por al lado de otro. Creo que aun siendo «lógica» ese aprendizaje del miedo, hay que, de alguna manera, buscar herramientas o recursos para, al menos, suavizarlo y que no te suponga un estrés y sacrificio tremendo pasar por al lado de un perro.
En el caso de mi madre, el hecho de haber sufrido aquel accidente, hizo que aquel miedo se adueñara y manifestara en cualquier viaje en coche que tuviéramos con la familia.
Recuerdo que estaba dormido una vez que fuimos a los pirineos franceses a esquiar y de repente, unos gritos exaltados de mi madre me despertaron.
-«Ahhhhh!! Ahhhhhh!!! por favor «Aita» frena, frena!!»
Gritos de una angustia y de sufrimiento, que hacía saber que el coche para ella iba muy rápido y que parecía que estábamos al borde de un accidente. Nada más lejos de la realidad, eso solo eran sus sensaciones. Mi padre, al escuchar esos gritos, se asustaba, se ponía más tenso y al final con cierto enfado le decía que parara de gritar porque ponía nervioso a los demás que estábamos en el coche y sobre todo a él como conductor lo cual podría ser peligroso.
Y era cierto. Cada vez que el coche tomaba cierta velocidad, que no era la adecuada para el criterio de mi madre, se ponía muy muy nerviosa. Si notaba que el coche iba acelerando más de la cuenta, por lo bajini, pero nerviosa y asustada decía «para para, mas despacio por favor». Si el coche iba cada vez más rápido ella se ponía más nerviosa y sufría más hasta el punto de llorar.
Si ya había camiones alrededor, la tensión se intensificaba y si íbamos por la autopista, adelantando a algún camión y con mucho tráfico, lo de mi madre eran gritos de suplicio, sufriendo como si aquello fuera una tortura y gritando de dolor a mi padre para que fuera más despacio, lo que hacía imposible ir tranquilos en la carretera con ella, teniendo discusiones fuertes si eso ocurría.
En alguna ocasión, incluso ella misma por esas reacciones que nos tomaba a todos desprevenidos, pudo provocar algún accidente real del susto que nos daba. Las broncas de mi padre por ponerlo tenso de repente, eran constantes.
Yo también no sabía por qué, pero aquel sufrimiento de mi madre me llegaba al alma y sentía ese miedo o tensión por unos instantes. Fueron muchas las ocasiones que esto pasaba, hasta el punto de que era mejor que mi madre condujera porque era la única manera de que sintiera que ella llevaba el control del coche y estuviera tranquila.
Pudo ser una solución, pero ese miedo sigue estando en ella ahí y al menos parece que en mí, hoy día y 20 años después, cuando voy conduciendo un poco rápido en las curvas, tengo esa sensación de apuro o de tensión que el coche se me puede ir en las curvas y al ir adelantando a otros coches, a veces me pongo tenso o con temores de que nos podemos chocar. Jamás he tenido ningún accidente ni susto, pero ese miedo ahí está, esa tensión momentánea ahí está. También a veces por la propia radio, escucho si alguien grita o si en la radio ponen algún pitido de algún coche, me pongo en alerta.
Otro de los miedos que tengo por herencia, sin base alguna, es la del corte de digestión. Realmente no sé en qué se basa este efecto, no sé si comes y te metes al agua y te da un mareo porque tu estómago se para y te mareas, ni siquiera he oído mucho o nada de gente que haya muerto por corte de digestión, pero el caso es que si me quiero meter al agua y he comido hace poco, aún tengo presente ese peligro del «cuidado con el corte de digestión» que decían mis padres y me da cierto respeto.
Más o menos son miedos menores, ya que se pueden controlar o pasan en situaciones muy concretas y se puede vivir con ellos tranquilamente. Pero lo importante y lo que me trae por la calle de la amargura es el miedo a la gente, como ya he dicho antes.
¿Cómo se va a tener miedo a la gente? ¿Pero es miedo a que te hagan algo? ¿Es miedo a asesinos, ladrones…? ¿No será fobia social lo que tienes? No, es algo más complicado que eso, que iremos viendo poco a poco..