El 2002 empezó cargadito de cosas.
Amazonas
La hermana de aquella persona «loca» que al final nos hicimos amigos… resulta que eran mellizos y no me parecia demsiado destacable por su físico la chica, pero por ser quien era, me despertó una curiosa atracción que más tarde se convertió en obsesión por ella.
Fue la primera vez que me gustaba tanto alguien y eso que no habíamos hablado nunca directamente. Era alta como él y siempre llevaba coleta. Además, decían que ella también estaba loca y eso hacia que yo sintiera más atracción.
Todo el rato les hablaba a mis amigos de ella, en la escuela, en la calle… y siempre que podía la miraba, eso sí disimuladamente y sin que se me notara nada. Me daba mucha verguenza cualquier tipo de interacción o iniciativa hacia ella, como ya he dicho, las chicas de alguna manera me imponían cuando me gustaban y era algo así como que no podía ser yo mismo natural con ellas para no cagarla, y al no ser natural, era más callado y avergonzado, lo que creo que hacía que no se fijaran en mi.
Sin embargo, con aquellas chicas que no me gustaban nada, si era más como yo mismo y eso hacía atractivas hacia ellas.
Me gustaba su presencia, pero al mismo tiempo me ponía muy nervioso.Esto hacía que no fuera yo, no pudiera sacar mi humor y mi gracia, pero al mismo tiempo me gustaba observarla. El hecho de que siempre llevara coleta me hacía preguntar. ¿Cómo sería con el pelo suelto? Hablaba tanto de ella a mis amigos, que ellos sí se acercaron a alguna amiga suya «por mi» donde al final, ellos acabaron teniendo una especie de lío y mi acercamiento a Amazonas, seguía siendo el mismo: Ninguno.
Y como todo, llegó el fin del calendario escolar y vino el fantástico verano del 2002, donde me fui a la República Dominicana por 2 meses, ya que el hermano de mi madre, se había casado y tenido familia con una chica de alli, que aunque vivian en mi pueblo y los conocía bien, nunca tuvimos oportunidad de visitar su país. Hasta ese año.
El negrito francés del agua
En aquel viaje me lo pasé genial, visité y conocí a mucha gente Dominicana y me pasaba todo el día en el agua, ya sea en piscinas o en la playa, lo que ello me trajo una fuerte infección de oídos que menos mal que fue al final, pero lo disfruté mucho.
Aunque hay mil historias que podría contar, simplemente contaré una que me dejó marcado por así decirlo.
Al inicio de nuestro viaje, nos alojamos en el tipico hotel de todo incluido con la pulserita, donde la gente tomaba cervecitas en la piscina, comía hasta reventar a cualquier hora del día y se hacían a actividades de todo tipo sin apenas salir del hotel.
En ese entonces descubrí que me gustaba mucho el agua y como ese hotel tenía piscina, pues todo el día me lo pasaba ahí.
En un día de tantos, estaba yo solo jugando en la piscina, haciendo el pino bajo el agua, aguantando la respiración, buceando de aquí para allá, hundiéndome en el fondo de la piscina como si fuera un ancla, haciendome una pelota y flotando.. ese tipo de cosas. En una de estas estoy haciendo las máximas volteretas hacia atrás seguidas dentro del agua, tapándome la nariz para que no me entrara agua y veo que estoy al lado de un chaval de unos 9 años más o menos, un poco más joven que yo de color negro.Este, me estaba mirando sorprendido por las cosas que hacía yo solo.
Yo, sin avergonzarme ni alejarme porque me estaba mirando, le empecé a hablar en español. Rápidamente, me di cuenta de que no me entendía nada y de que su idioma era el francés. Entonces, sin decir ninguna palabra, le hice el gesto de que mirase lo que yo iba a hacer. Y empecé a hacer algunas volteretas debajo del agua.
Cuando salí a la superficie, le miré y pude ver la sonrisa y satisfacción del espectáculo que acababa de contemplar ese chaval.
De niños, las cosas que nos gusta las queremos imitar, pero muchas veces no nos atrevemos por falta de confianza. Asi que, quise darle esa confianza y con el dedo, le indiqué al chaval que ahora lo hiciera él, a ver como lo hacía.
El caso es que lo hizo y después de que el acabara, me miraba, le enseñaba el dedo pulgar hacia arriba a modo de aprovación y acto seguido hacía yo otras cosas. Cuando yo paraba, él empezaba a hacer otras cosas. Así estuvimos un buen rato, hasta que la madre de aquel niño le vino a buscar y se fue, no sin antes decirme adiós con la mano y su madre me sonriera.
Es una historia simple, pero yo aún la recuerdo y me parece algo bonito.
Dos personas que no se conocen de nada, que coinciden por un casual en el presente y lograr que ese mismo instante, se llene de confianza y diversión, donde ni siquiera hizo falta hablar ni entenderse en palabras. Simplemente hizo falta buena voluntad, estar abierto a los demás en el mundo y transmitir confianza a la gente. Todo lo demás, no importa. Pasamos un momento feliz y agradable y con eso me quedo.
Además, me puse a pensar y después de aquel instante, nunca más iba a volver a ver a aquel chaval (Al menos conscientemente) y cuando a veces me acuerdo, pienso… ¿Qué habrá sido de él? ¿De qué y cómo vivirá? ¿Estará bien? ¿Tendrá hijos? ¿Será feliz? Quién sabe nunca lo sabremos.
Aquí me quité un poco aquella espinita que tenía del episodio del caballo en el agua. Esto era lo que realmente hace vivir a la gente y me sentí bien conmigo mismo. Me gustó ese momento de confianza mutua, esa especie de amistad sin conocernos y aunque solo fue un instante, aquella sensación de dos personas divirtiéndose sanamente, era una de las cosas más bonitas que había sentido en mi vida.
Vuelta a la realidad
Cuando volví de aquel viaje, estaba muy orgulloso y había cambiado, incluso mi voz se puso más ronca en cuestión de meses. Cuando volví a mi pueblo, quise contactar con mis amigos para contarles y quedar los últimos días de verano que nos quedaban antes de empezar las clases.
Pero… mis amigos ya no existían. Es decir, físicamente sí, pero mi grupo de amigos se había disuelto. Lo que ocurrió fué que en mi grupo de amigos siempre había piques o roces entre algunos de ellos y hasta entonces, yo era un poco el que mantenía al grupo unido, era el que me llevaba bien con todos y me respetaban y era el que organizaba posibles quedadas, hablando con unos y con otros.
Hasta que justamente, ese verano me fui de vacaciones y mi grupo empezó a ya no quedar entre ellos y se buscaron otra gente con quien salir (Gente del barrio, amigos de amigos…) por lo que bueno, no me pilló muy de sorpresa, pero si me pilló que no sabía qué hacer.
Me quedo en casa
Aquello me jodió un poco, ya que como he dicho, sentía que la calle era un poco la jungla y necesitaba estar con gente de confianza para estar en ella. Esa fuente de unidad y protección en la calle me daba mi grupo de amigos, que ya no existía.
Y ahí fue cuando empecé a sentir una inseguridad profunda y no me atrevía a conocer a gente nueva en la propia calle, aunque sea de la mano de alguien de confianza.
De repente, esa especie de miedo o verguenza a que se rieran de mi, empezó a ser cada vez más fuerte y sentir eso, no lo podría soportar. Así que, ahora y sin amigos, me sentía tan raro, que evitaba pisar la calle y cada vez que lo tenia que hacer y pasar por sitios donde había grupos de jóvenes, yo me sentía observado y si escuchaba alguna risa, ya no sabía si era por mí o no. Claro, las experiencias negativas que había tenido yo con otras personas, eran de ese tipo, del querer humillarme, riéndose de mi (Como supongo, esto lo habremos vivido todos).
Supongo que de alguna manera, ese miedo en incertidumbre que sentía de mis padres, le estaba dando forma de esa manera. Incluso me empezaba a afectar a mi manera de andar. El andar lo haces sin pensarlo, a no ser que sientes que te están observando. Por eso, incluso me veía raro al caminar y me preguntaba «Pero ¿cómo me veo? ¿ando de manera normal?» y eso mismo hacía que pudiera caminar inseguro, de una manera extraña y poco natural.
Por eso, la mayoría del tiempo lo pasaba en casa, con mi ordenador, la nintendo 64 y mi hermano mayor. Mi hermano mayor tampoco salía mucho a la calle.
El único que nunca estaba en casa era mi hermano mediano, que dicho por mi madre, era al que menos caso le habían hecho desde siempre, ya que él mismo hacía todo por su cuenta y no hacia falta estar encima de él, cosa que sí lo hicieron con mi hermano mayor, por ser un poco más despistado y conmigo, porque era el pequeño.
Además, como la vez que me prohibieron salir a mi en las fiestas de mi pueblo, a mi hermano mediano también le prohibian salir ciertos días, pero él, en vez de obedecer y quedarse en casa, se escapaba a escondidas.
Lo sé porque dormíamos en la misma habitación y cuando el decía bajar antes que yo a dormir y yo bajar al rato para lo mismo, me encontraba bloqueada desde dentro la puerta de nuestra habitación.
Los pomos eran antiguos y redondos, donde en el centro había un pequeño agujerito, que si le metías algo puntiagudo y activavas «el botón» que tenía dentro, se desbloqueaba.

Confundido, las primeras veces abría la puerta con un clip o con la tinta de un bolígrafo y dentro me encontraba una luz tenue de la lamparita de su mesilla que estaba encendida, una de las ventanas abiertas y la persiana medio bajada.
Las primeras veces no entendía bien que es lo que pasaba, pero era obvio que se había escapado y bajado a la calle, cosa que me parecía raro, atrevido y curioso.
Yo jamás le vi hacerlo, nunca le comenté nada, ni el me dijo nada. Pensándolo hoy día, creo que incluso ha sido positivo lo que hizo, porque creo y sospecho que gracias a salir cuando mis padres no le dejaban, de romper esa creencia de «no salgas porque es peligroso, quedate en casa» ha hecho que no tenga ese especie de miedo o rechazo a la gente como lo tengo yo y en mucha menor medida mi hermano mayor.
Pero centrándonos en mi historia, finalmente y como tenía 13 años y quería seguir teniendo algunos amigos para salir a la calle y como me gustaba mucho Amazonas y me llevaba bien con su hermano, conociéndolo mejor en la escuela, me animé a empezar a salir con los amigos del loco, que con gusto, me aceptaron.
Y aquí apreciar que era como una regla no escrita, pero para estar en la calle con alguien, lo debía de conocer anteriormente de la escuela o de algún otro lado donde tuviera confianza y aún así, sentía que las personas «se transformaban» de estar en la escuela a cuando pisábamos la calle, por lo que, aún así yo sentía cierta intranquilidad.
Los Punkarras
En este nuevo grupo había gente a la que conocía, como era el propio loco y otras personas del colegio, junto con un amigo mío de la antigua banda, el mismo que subió a aquella pared escalándola en mi primer encuentro con el loco. Y ya que el loco era escalador, mi amigo, al que le llamaremos Txuri y yo, nos apuntamos a escalada también con él, donde lo practicábamos en nuestro tiempo libre.
Pero este nuevo grupo era de lo más variopinto. Sobre todo era un ambiente entorno a la música Punk, Oi y rock and roll, adictos a fumar la mayoría, a ser los malotes y pasar de todo el sistema.
Su tiempo libre consistía en ir a hacer locuras por ahí,a una sala de juegos donde había máquinas recreativas y poderles golpear cuando se enfadaban, con sus cazadoras de cuero negras, cinturones de pinchos, forma de hablar pasota, diciendo insultos cada dos por tres… en fin ese ambiente.
Algunos eran skinheads y estaban queriendo hacer una banda de punk rock, donde se juntaban con otros grupos de gente con aficiones similares y solían ir a ensayar su música a un local del pueblo, pero que estaba bastante alejado. Casualmente, también Amazonas iba a aquel local, ya que ella también tenía un grupo, donde ella era la bajista.
Yo fui en contadas ocasiones a aquel lugar, ya que teníamos que ir en coche y teníamos 13 años, por lo que no era muy común el que yo fuera, incluso a veces la gente solía conseguir ir de maneras cuestionables… (Esto para otro día). Total, que nunca la ví por aquellos lares a Amazonas, aunque sí a parte de su banda.
Aparte de esto, también me quedé con un recuerdo. Estábamos en un lugar escondidos fumando, y parece ser que uno había fumado marihuana y le había sentado mal y estaba pálido. Pues los demás, al ver que ese chico era uno con los que la gente más se solía meter, se empezaron a reír de él y de su estado.
Cogían el manojo de llaves que tenía cada uno y le empezaron a agitar cerca de su cabeza, sacando un ruido bastante molesto y joderle aún más, aprovechando que estaba medio palido y medio mareado. No entendí bien esto, ni me gustó lo que le hicieron. ¿Qué necesidad había de ello? Se supone que es tu amigo, ¿no?
Además con ellos tuve yo mi primera borrachera. Eran las mismas fiestas de mi pueblo al que mis padres me habían prohibido ir, pero esta vez, unos cuantos años más mayor, ya estaba listo para ver lo que era aquello, aunque no con los que hubiera querido.
Sea como fuere, varios amigos vinimos a mi casa y no sabíamos que cenar y tampoco teníamos mucha idea de cocinar, por lo que nos hicimos una tortilla francesa y poco más. Habíamos comprado Befeater para beber y empezamos a beber a la vez que cenabamos aquella tortilla que no llenaba nada el estómago.
Como era mi primera vez bebiendo alcohol, sentí que mi primer trago estaba malísimo, y que además seguía estando igual.
Claro, era la primera vez que lo probaba y yo pensaba que el efecto era inmediato, con lo que bebí un poco más a ver si sentía algo distinto. Pero nada. Y bebí un poco más. Recuerdo que dije, «a mi esto no me afecta» y de verdad creía que era inmune o algo así. Los demás me dijeron «ah, ¿no? Pues bebe un poco más» y le daba otro sorbo de aquel befeater en un vaso de plástico que sabía asqueroso.
Finalmente empezamos a bajar a la calle, y después de caminar unos 5 minutos, lo único que recuerdo son flashes. Flashes de estar riéndome en esas escaleras, ya con el alcohol afectándome y más tarde estar tirado en un rincón en pleno centro del pueblo, semi inconsciente y todo vomitado encima. Estaba absolutamente solo, y gracias que un amigo de mi hermano mediano me vió y le avisó de que yo estaba allí en un estado deplorable.
Entonces, mi hermano me cogió y me llevó a un parque, donde solo recuerdo el hecho de que estuvieran echándome agua fresca en la nuca, que me despertó momentaneamente y recuerdo ese flashazo.
Recuerdo que mi hermano estaba medio enfadado también, no por como yo estaba, sino porque estaba solo y a ver cómo coño mis amigos se atrevieron a dejarme así. Me preguntó el nombre de algún amigo, pero yo no sabía que decir, ya que no consideraba todavía amigo a nadie. Finalmente le llamaron al loco, que vino donde mi y que aunque no tuviera nada que ver ya que él no había estado conmigo, sí que entendió que los que me habían hecho eso, el dejarme solo así, estaba mal.
Finalmente, desperté por unos instantes y recuerdo estar en un bar con el loco y algunos más, ya como pasada la borrachera y sentía que estaba bien como para irme a casa. Lo que fue mortal fue la resca tan mala que pasé por primera vez y que me pasé todo el siguiente día vomitando.
Realmente, todo aquello no me dolió, ni me sentí abandonado, ya que no tenía esa confianza de considerarlos amigos y entendí que me pudieran hacer eso, en cierta manera.
En resumen, ellos me dieron esa visión de caos, de desorden, de que la calle era una jungla y de que el cariño y la lealtad entre personas era lo último, donde las drogas, la música, molestar a otros y en definitiva, pasarlo uno bien sin preocuparse de otras cosas, eran cosas que pasban.
Al final yo como no encontraba aquella protección y unidad que los amigos se supone que te dan, salía pocas veces y cada vez menos, pues decidí dejar de salir con aquellos. Txuri, que estaba en una situación parecida a la mía, alguna vez me comentó que tampoco él se sentia cómodo del todo, pero él se adaptó a lo que había y adoptó un papel acorde con ese entorno: El de un tio duro, incluso la entonación con la que hablaba cambió, como si fuera un pasota, y un makarrilla, cuando yo a Txuri le conocía desde pequeño y él no era así.
Aqui vi que para encajar y sentirte aceptado en algunos lugares, tenías que adaptar y tomar un papel que el entorno te requería por reglas sociales no impuestas. Yo por mi parte, aunque también a veces me gustaba adaptarme e ir de duro, no me atrevía a sacar todo mi salero y mi gracia, por miedo a destacar demasiado y me trataran como al de las llaves, sin respeto ni aprecio.
Entonces, aquellos mensajes inconscientes de que «la calle puede no ser segura» estaban tomando forma, donde la gente se podía reír de mi y humillarme por como era. Con estos nuevos amigos, no conseguí romper ese miedo de tener confianza con gente nueva.
Lo curioso de esto es que aunque dejara de salir con aquellos, en la escuela, seguían siendo mis buenos amigos, el loco, Txuri… incluso veía cierto cambio en el comportamiento de Txuri, ya que cuando estábamos en la escuela nos llevábamos muy bien, pero al llegar a la calle, era como que el ambiente cambiaba y no podía relacionarme con ellos de igual manera. No sé, las personas eran las mismas, solo cambiaba el ambiente.
Además, no era cierto que en calle pasaba todo lo malo y en la escuela todo estaba bien. Por su puesto que en la escuela también pasaban cosas «malas» e incluso peores entre alumnos, profesores, humillaciones buying, reirse unos de otros, insultos, peleas… pero yo a todo eso no le daba esa visión negativa y catastrofista que si le daba a la calle.
La gelatofobia aumenta
Ahora que volvía a no tener amigos con quienes salir, cada vez que tenía que pasar por la calle, me sentía aún más nervioso, porque además, estaban esta gente de mi ex banda punkie que me medio me conocían algunos, otros no tanto y no sabía si había confianza como para que me saludaran, o no.. no sé, me ponía un poco tenso con estas cosas. Además a esas edades, no tener un grupo de amigos con los que identificarte, era visto como algo raro y en cierta manera negativo.
En aquellas edades, el ser alguien y el cuidar de tu imagen social era muy importante y sin tener un grupo de amigos… pues dificil.
Bueno, al menos empecé con un equipo de fútbol que me quitaba parte del tiempo de fin de semana con los partidos, pero… no era lo mismo.
¡Vete a dar una vuelta ahora mismo!
Llevaba tanto tiempo sin salir de casa, quizás varios meses sin pisar la calle, que mi padre se empezó a preocupar. Pasaba tanto tiempo con los videojuegos o en el Pc que decía que tenía que parar y hacer otras actividades como correr, cantar, bailar, pintar y salir a la calle a tomar el aire, pero que no fuera el PC ni las maquinitas.
Incluso me llegó a cortar el cable de un mando de la Nintendo 64, porque me amenazaba con hacerlo y yo, le decía que no se atrevía en tono broma, porque pensaba que algo asi, sería inpensable. Pues lo hizo. Eso sí, como era un manitas, después me lo arregló, pero el susto me lo llevé gordo.
Pero luego vio que el problema era que no pisaba la calle ni apenas tomaba el aire, por lo que me empezó a obligar a que saliera. Jamás me dijo que saliera con alguien, ni me preguntó por mis amigos, simplemente que fuera a dar una vuelta.
Yo obviamente, con el simple hecho de pensar en pisar la calle y de que no tenía amigos, era una imagen humillante y aterradora, entrandome tensión y sabiendo que lo único que podía hacer es evitar aquello. A parte, ¿ a dónde iba a ir y qué iba a hacer si estaba solo? ¿Y si otros me ven estando solo? Sería un raro y el hazmereír, Paso.
Pero un día, mi padre me dijo en un tono serio y enfadado, donde casi me echa de malas maneras de casa:
“Vete a dar una vuelta ahora que son las 5, sal ahora y no vuelvas hasta las 8, voy a cerrar la puerta con llave.”
Coño, coño, coño, no sabía que hacer ni a donde ir. ¿Qué iba a hacer por 3 horas? Decidí irme por los alrededores de mi casa por un tiempo (1 hora más o menos) a los bosques y volví explicándoles que no podía ir a la calle, que ya había estado en nose qué lugar, haciendo no sé qué y que me aburría.
A mi padre no le convenció tanto, pero vio que no podía hacer nada al respecto y que por mucho que me obligara, tampoco me habían inculcado ellos esa cultura del salir, por lo que desistió.
Y claro, si ellos que eran mis padres, estaban todo el dia en casa, yo había aprendido a hacer lo mismo. No puedes exigir que los demás hagan algo si no te pones tú ejemplo. Sé tu el ejemplo que quieres que los demás sean.
Además, algo grave era el que yo no saliera que incluso mi padre se preocupó por ello, pero al mismo tiempo entendió que no podía hacer mucho contra mi voluntad de querer quedarme en casa.
Por eso, importantísimo lo que los responsables o referentes hagan para los que les siguen, a que en este caso, los niños copian y hacen exactamente lo que ven de sus referentes, sea bueno o malo o esté bien o mal, sin que razonen o ni siquiera sin entenderlo. Cuidado porque aunque parece que no se enteran, los niños y adolescentes interiorizan las cosas que ven y que escuchan de sus padres, más de lo que se cree y eso de alguna manera, queda en el subconsciente.
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