Aprovechando que estaba en el mejor momento de mi vida, sintiendo una conexión y una simbiosis excepcional con todo lo que me rodea y creyéndome importante para el mundo.
En ese entonces y ya con todo cubierto, la parte de los amigos y lo social totalmente bien, solo me faltaba un paso más. Tener novia.
La maldición del espejo y la bruja
Con toda la energía positiva que sentía, un día en el aseo de mi casa, estaba limpiándome los dientes mirándome a los ojos en el espejo. Entonces, como iba sobrado de «positivismo», me miré a los ojos y pensé:
“Joe, mi personalidad y forma de ser, es excepcional, pero lo que pasa es que no ligo mucho. Será por mi falta de belleza? No me importaría sacrificar un poco lo mental, para ganar en lo físico la verdad. Además, creo que con lo potente que me veo ahora, sería capaz de aguantar mucha negatividad. Incluso… puedo absorber un poco de negativdad que tiene todo el mundo, ya que yo podría gestionarlo y así el resto esté un poco mejor y más feliz.»
Me acuerdo de esto, porque en cierta manera se ha cumplido. He ganado en aspecto físico, pero perdido en lo mental. Por eso hoy en día y fantaseando un poco, pienso que hice aquel pacto con alguien en aquel espejo, una bruja o algo, pero que al hacer el pacto, otra condicion era de que no me acordaba de que ese pacto se hizo. Es una posible maldición que pude echarme a mí mismo en frente de aquel espejo.
Las víctimas del local
A pesar de que todo parecía un cuento de hadas en el local, lo cierto es que para algunos, no lo era.
En aquel local seríamos unos 14-15 y parece ser que en ambientes de tanta gente, siempre tiene que haber alguno o algunos que tienen el perfíl de saco de boxeo, de bufon o de que todo el mundo se puede meter con él (normalmente porque ha aceptado ese rol, como en el caso de Pinchoz).
Y en ese grupo de amigos, estaba ya ese rol cubierto por 2 personas. Un chico al que se metían con él por quizás ser un poco más zoquete que el resto y tenía la cabeza un poco más grande, y la otra persona, simplemente porque caía mal al resto. Esta última, tenía algo de sobrepeso, lo cual era una característica perfecta para que la gente le insultara.
El primero, aceptando ese rol de «cabezón» y de que la gente se ría de él, no aparecía mucho por ahí, ya que entiendo que a nadie le gusta que le traten como tonto y si «aceptas» eso y no te gusta, lo que se hace es «huir» de ese ambiente (Pero claro, como a esas edades, parece que tu círculo de amigos, las llamadas Kuadrillas, eran para siempre y algo inamovible, pues era lo que había).
Pero en cambio el otro chico, no se achicaba ante los insultos de casi todo el resto del local. Insultos como «puto gordo», «ballena», «nadie te quiere», «largate ya, que das asco obeso de mierda» y miles de risitas y carantoñas haciéndo referencia a él.
Yo, acababa de llegar y no sé si hubo algún problema previo que justificara esta guerra del local con este chico. Lo que si veía es que aunque se quedaba solo, este chico respondia de igual manera, con adversidad, insultando y no haciéndose de rogar ni achicandose. Es decir, contestaba a las agresiones tan feas que sufría, atacando y defendiéndose el también.
Aunque nunca se llegó a una pelea (al menos que yo supiera) si que se hacía el ambiente un poco hostil cuando estaba él y en mi opinión, era bastante desagradable. Incluso Mure, que era a una persona al que le tenía aprecio, era uno de los que participaba en esa cacería al «más débil». Esto hizo que aquel pobre chico estaba casi siempre solo, o porque la gente se iba de donde él estaba o porque intentaba participar en los temas de conversación y se le insultaba y menospreciaba y un largo etc.
En aquel local, este chico quería ver una serie en la única tele donde podía hacerlo, que casualmente, era la misma tele en donde nosotros jugábamos a la nintendo. Entonces coincidió, que todo el mundo incluyendo yo nos apetecía jugar, pero él que solía estar poco tiempo en el local y que también tenía derecho de usar la tele ya que siempre estábamos jugando a la nintendo, alegó que por sus huevos, iba a ver la serie en aquella tele.
Y sí, lo consiguió, no sin antes recibir todo tipo de insultos, que si egoista, que si ballena, que si incluso ojalá te mueras… yo estaba flipando la verdad. Entonces se fue a ver solo aquella serie, mientras todos rajaban y se reían de él. Pues a mi me dió pena aquella escena y fui donde él a ver que serie era. Resulta que era Naruto, unos dibujos animados japoneses y él se reía a carcajada limpia con cualquier gag que aparecía. Yo estuve compartiendo aquel momento que no tuvo que ser nada fácil con él, donde fuí el único que se dignó en no dejarlo solo.

Por lo que, aunque por fuera pareciera fuerte, supongo que no es plato de buen gusto ver que te rechazan por todo lo que a ti te gusta, por todo lo que digas y por tu simple presencia y estaba claro que tarde o temprano eso no tenía ningún sentido y acabó dejando de ir al local y estar con ese grupo de amigos, lógicamente.
Así que, sin aquel chico que dejó de ir y el otro chico de la cabeza grande, que aparecía muy de vez en cuando, esa vacante de saco de boxeo estaba libre y como lo imaginaréis, esa vacante la tomé yo, a mi manera.
Desentono
Creo que empezó todo en un partido de la selección vasca que fuimos a ver un 28 de diciembre del 2005 (Sí, no sabía que recordaba esa fecha de memoria la verdad) en San mamés, donde se enfrentaban a Camerún, equipo en el que jugaba Samuel Eto´o, por aquel entonces crack del Barcelona y que todos estabamos esperando ver, algo que al final no sucedió.
Bien, al estar yo motivado con el fútbol, veía que algunos jugadores, fallaban en algunos controles de balon o no se esforzaban en perseguir balones que sí podrían luchar. Y en una de esas dije «Venga tío, podrías intentarlo al menos. Si fuera yo, podría hacerlo bien». Y un amigo que estaba a mi lado me escuchó decirlo en alto y me dijo:
«Hombre, ellos son profesionales y tú no. Seguro que intentan pero no siempre les sale bien»
Y yo le contesté:
«Ya, pero al menos yo me dejaría el alma en correr y perseguír, eso lo haría bien y se me valoraría seguro.»
Y el me replicó:
«Ah osea que dices que si ahora te sacasen a ti, con todo profesionales, no desentonarías en el campo?
Yo sinceramente, no sabía que significaba la palabra desentono en aquel instante y con una cara extraña le dije que No. Entonces, este chico vió que yo no sabía el significado de aquella palabra, pero se lo comentó a otros de una forma parecida a esta «Eh, que dice Ander que si saliese ahora al campo, no desentonaría nada en el equipo» Y yo al no saber muy bien a qué se refería no dije nada, pero si que noté como que se burlaban primero de que yo no supiera aquel significado y de que mi ilusión por jugarlo bien, me cegaba a que probablemente si desentonaría, pero que mis ganas al menos, las dejaría ahí.
Y esta vez creo que fue que me sentí un poco «humillado» digámoslo así o me sentí que me trataron de menos inteligente que los demás.
Huele sangre y ahí va
Y no sé si motivado por esto o por otra cosa, pero hubo una persona que le llamaremos Psyco, que empezó su trabajo de meterse con alguien para cubrir su baja autoestima y su verdadera psicopatía. De hecho, era una de las personas que más se metían con el chicó del local que abandonó.
Psyco no era una persona que tuviera confianza, pero si era uno que te hablaba siempre con ironías y con cara de serio, lo que hacía ser un tio raro y peculiar para el resto de gente, no calándole tan bien como persona.
Simplemente, al principio me llamaba “loco”, algo a lo que yo ya estaba acostumbrado, porque durante mi vida, varias personas me lo habían dicho anteriormente por mi forma de ser basado en la creatividad, originalidad y el humor. Me gustaba en cierta manera.
Pero no sé cuando ni como que me empecé a dar cuenta de que cada vez él me llamaba o decía que estaba loco con más asiduidad, incluso en situaciones que no tenía sentido llamármelo. Empecé a sospechar que me estaba queriendo dar ese rol o papel de que estaba loco y sinceramente, a mi me gustaba que me dijeran “que loco estás” o “que dices loco” en ciertas situaciones, pero en muchas ocasiones notaba que lo hacía de forma despectiva, como que yo estaba realmente loco y con su tono serio y de psicopata, me lo tomaba de todo menos cariñoso lo que él me dijera.
Entonces, aquí tendría que haber salido mi autodefensa, ya que me estaba sintiendo atacado, pero mis miedos de que algo impedía que yo tuviera confianza conmigo mismo, empezaron a aflorar y no pude hacer otra cosa que quedarme callado y renegarme. Aquel miedo que pensaba que lo había desterrado por completo, empezaba a volver de nuevo.
Año nuevo… qué?
Todavía no estaba yo tan mal, ya que habia empezado aquello hace poco, pero al estar en navidades, llegó el 31 de diciembre y siendo unos adolescentes, quedamos en el local en aquello de la 1:00 am del 1 de Enero del 2006.
Yo estaba ilusionado, quería felicitar, ver a mis amigos, beber en el local e ir a la calle todos juntos a festejarlo.
Me acuerdo que llegué contento al local y empecé a saludar y dar la mano a todos y siendo un momento tan especial, también le salude a Psyco, pensando que en el fondo a él también le gustaría el saludo.
Y sí, si le gustó, de hecho, me dio la mano diciendo un «hombreeee, a quién tenemos aquí» (Con su tono de sarcasmo y poco respeto que ya me echaba un poco para atrás) y en aquel encuentro, me dijo una frase que no se me olvidará nunca:
“Bueno, se suele decir que año nuevo vida nueva, pero en tu caso… Año nuevo… locura nueva?”
Y yo simplemente movi la cabeza como diciendo que no, como de decepción y molestia de lo que me había dicho, cosa que creo que lo tenía que haber entendido así. Pero no lo hizo.
Los nuevos días del año 2006, fueron ya todo en ese sentido. Psyco fijó su mirada en mí, como Sauron lo hacía con su anillo y parece que su único objetivo era poco a poco ir desgastándome, creando un nuevo juguete para su diversión y compartir ese juguete con todos los demás.
Un día estábamos jugando al videojuego de fútbol llamado Pro evolution soccer 5. Yo estaba de espectador y otro amigo que estaba jugando, marcó un gol. En la celebración, se ve de fondo el público gritando y celebrando también, pero eran como viñetas mal hechas, de mala calidad (Como se ve en el siguiente video:
Entonces a mí se me ocurrió decir que estaban mal hechas, que mira como celebran esos monigotes y que a ver si sería difícil hacer que el público de la grada pareciera más real.
Y alguien me contestó “ bah, qué más da, mientras se juegue bien al juego, para que van a invertir en eso que no importa tanto?” y ahí hubiera terminado la conversación a no ser que fuera por Psyco.
Psyco que andaba por ahí dijo,
“bah déjale, si le falta un hervor a Ander, preguntando esas cosas. Un par de Hervores le faltan. Así te voy a llamar, el Hervores. Vale, hervores?”
Esto ya empezó a que me tomara el que me llamaran loco no como sinónimo de ser yo mismo, sino como de ser una persona tonta o poco inteligente que pregunta cosas sin sentido. Además, lo dijo con su tono de burla, de superioridad y delante de todos, para que los demás también viesen que por ese camino se podía ir conmigo. Y yo empecé a sentir más injusticia y rechazo ante esos comentarios, aunque lo único a lo que me limitaba era a callarme.
Ya por apenas todo me decía Hervores o loco o lo que sea, con mi simple presencia me lo recordaba. Pero no para bromear conmigo, sino para incomodarme claramente.
Cada vez que yo comentaba algo o participaba en algo me hacía entender que no era nada coherente ni importante lo que estaba aportando, porque estaba loco o porque era el hervores y ya nada se tomaba en serio ni con respeto.
Yo también llevaba apenas un año en el local y tampoco la iba a liar en plan enfadarme y montar el pollo en el local (Aparte de que no era mi estilo).
La partida de mus
Por suerte, Psyco tampoco era uno de los más asiduos al local, pero cuando lo hacía, su presencia ya me incomodaba. Estabamos para mayo ya, en la escuela a punto de acabar el año, con lo que me había ido bien y en esa época se puso de moda jugar al mus.
Yo propuse jugar al mus a un amigo y me dijo que sí y otro que estaba cerca también se animó. Pero claro, eramos 3 y nos faltaba uno… hasta que de repente llegó Psyco y claro también se unió ya que era un gran fan de aquel juego. Y claro, no tardó en empezar su recital conmigo:
“Con el loco este vamos a jugar? Bueno… la tenemos clara. Venga vale, una partidita para humillaros? no veo por qué no.”
Era siempre así, con esa ironía y sensación de superior intelectualmente, aunque tampoco iba de flipado. Pero bueno, a su comentario yo ya estaba medio acostumbrado, pero una vez empezamos a jugar, si que vi una discriminación y una infravaloración a mi persona y mi locura, ya que se dedicaba a lanzarme comentarios hacia mi de forma un poco despectiva, que por su puesto, me molestaba. Era un no parar de frases tipo :
“Buf, tengo estas cartas, sé lo que tiene mi compañero… por lo que más o menos sé a lo que podéis ir vosotros, pero yo que sé, teniendo al lado al loco éste, cualquiera sabe a lo que va él…”
Todo sin mirarme a mí a los ojos, como buen cobarde y diciéndolo en alto.
“Es que joder, con este loco que te puede sorprender con una de sus locuras hay que tener cuidado, no se puede tener estrategias claras con él.”
y
“no es fácil jugar con el hervores este eh…”
y
«Pero que hace el loco este? Ha habido 2 rondas de mus y va y se queda con esas cartas? No le veo sentido, estás muy loco tú eh…»
haciéndome poco a poco entender que me llamaba loco, por no decirme tonto y sintiendo que aquello de loco, tenía más de humillación y de persona que hace cosas sin sentido que otra cosa. Hasta el punto que ya no me podía concentrar con tranquilidad y ya jugaba sin sentido de verdad.
“Ves? Es que no hay quien entienda al loco este. Estaba claro que sabía nosotros teníamos cartas altas y el todavía apostando más… bueno tu a lo tuyo hervores, cada uno con su locura y hervores con la suya”
Hasta que casi sobrepasó mi límite. Con todos esos comentarios, no sabía como reaccionar y me dieron ganas de darle una torta en la cabeza para que se callara. Cogí impulso con mi mano con esas ganas de darle una buena ostia pero en el momento final, desaceleré y simplemente le rocé el pelo por detrás, a lo que él me dijo:
“Que tenía una mosca o qué? Me has quitado una mosca de la cabeza?”
Y a ver, se tuvo que dar cuenta de mis intenciones, ya que sus comentarios y mi actitud, no eran recíprocos y no había una buena respuesta ante ello y eso se nota. Por lo que sí, me lo estaba haciendo para joderme.
Muchas veces lo he pensado. Qué pasaría si de verdad le pegase una buena ostia? Entiendo que sería una manera de autodefenderme, aunque no la adecuada y ni mi estilo (Cosa que por eso no hice) pero al fin y al cabo, sería una salida a la rabia y el malestar que llevaba acumulado por su culpa. Seguramente podría ser un antes y un después, donde quizás se dejaría de meterse conmigo. O no, no sé. Sabía que no nos pelearíamos, ya que por como era Psyco, un cobarde que se quedaría asustado como un gusano cubriéndose de mis ataques y sin hacer nada.
Creo que si le pegara no sé si se arreglarían las cosas, pero por lo menos me habría hecho respetar y defendería mi honor, ganando experiencia en tener amor propio y en respetarme a mi mismo.
Pero no lo hice, no hice nada. Sonreí como si nada pasase. Pero sí pasaba. Para mi consuelo, sólo era él, el que me molestaba o por lo menos eso creía…
Fuenteovejuna
Esa actitud de Psyco hacia mí se tomó como algo normal en aquel local y como yo me callaba, entiendo que el mensaje que daba era «Eh, me podéis decir lo que queráis que no me enfado!» y la gente, siguió este rollo.
Ese papel o personaje de loco/poco inteligente/sin sentido que Psyco me dió, se iba inculcando en aquel local, lo que se tradujo a que los demás me empezaran a llamaran “loco” también por todo. Vi mi papel claramente cambiado, de chaval majo, gracioso y amigable que tenía al principio, hasta ser un loco a secas.
Yo para ellos ya estaba integrado y me tenían confianza, pero a mi aún me faltaba un poco de tiempo en este ámbito que nunca lo logré superar y justamente ahora, mucho menos con aquella sensación que tenía de mí mismo. En cierta manera no les culpo y es normal, la mayoría de la gente con la que me encuentro, son como fuenteovejuna, que por miedo de tener sus propios pensamientos y no querer desencajar dentro del entorno, adopta lo mismo que el resto.
Aunque no era el primer lugar en el que me llamaban loco ni los primeros en mi vida que me lo llamaban, en otras ocasiones me lo tomaba con naturalidad y diversión, pero aquí y de este modo, imposible.
Como ya os dije, para mi, el tener amigos supone que nos apoyemos, estar juntos en las cosas, querernos, que nos importe el resto y ser como una familia. Pero lo que estaba sintiendo, era todo lo contrario.
Además de eso, lo que más me fastidiaba era que cuando venía gente nueva, por ejemplo, si alguien ligaba con alguna chica y este traía a su ligue y a sus amigas al local para presentarles a los demás chicos, ya se sabe todos a esa edad sentíamos curiosidad para conocer chicas, era un mundo nuevo que ibamos descubriendo poco a poco. Y claro, cuando nos presentábamos, lo típico, siempre hay comentarios de cómo es la persona y hacia mi se referían como un loco, dandome a mi mismo una sensación que no me gustaba y claro, cómo me iba a motivar para ser majo, gracioso y abrirme a ellas, si me sentía menospreciado? Era imposible crear un vínculo con nadie en esa situación y me sentía como con el último con el que podrían hablar o interesarse.
En otras ocasiones, venían otros amigos de mis amigos de aquel local, que en teoría era como empezar de 0 con ellos porque no estaban “contaminados” por esa perspectiva hacia mí de que estaba loco. Pero claro, si ya me presentaban como el loco y cuando quería hablar de algo de forma normal con el nuevo, ya era tarde y esa persona ponía atención en reírse de mi dijera lo que dijera, porque yo estaba loco. Y esto me jodía mucho, esas risas de aquella nueva persona, si ni siquiera me conoce, qué coño se va a reír de lo que digo, primero respeto y un poco de personalidad, gilipollas (Era lo que pensaba).
La única vez que alguien me «defendió» fue cuando dijo: «Ander no está loco. Se háce el loco» con una entonación en el hace, como dando a entender que quizás, si podían estar metiéndose conmigo y molestandome, cuando en realidad, simplemente me gusta el cachondeo y ya. Y efectivamente, era eso, me gusta hacerme el loco, pero no lo estoy. No por lo menos, como ellos me lo pintaban. Pero me hacía daño.
Por lo que mi actitud cambió radicalmente, ya no eran tan amigable y social sino que me limitaba a no hablar mucho y participar poco en las cosas.
Incluso cuando jugaba al ping-pong sin ya apenas hablar ni hacer nada extraordinario, Besu estaba sentado viéndo la partida y haciendo comentarios del tipo:
“mira la que te ha hecho el loco” o
“Ese loco ahí que buen tanto!! Vas a ser bueno y todo”
Y claro, era el puto Besu, joder me la estaba haciendo por segunda vez… y yo como tonto siendo la víctima otra vez y dejando que eso me afectara! Esto es demasiado…
El único que no me trataba de aquella manera era Mure, porque me tendría aprecio supongo. Tampoco sabría que me estaría molestando tanto. O sí, yo que sé.
El fin de aquello
El caso es que yo ya era una bomba de relojería a punto de estallar y aunque en casa me repetía frases como «Venga Ander, que te lo llaman de una forma cariñosa, tomatelo mejor y con calma, que en el fondo te tienen cariño» era llegar al local y que apenas pasaran 5 minutos para que alguien ya me estaba llamando loco por cualquier gilipollez.
Por lo que un día, estábamos simplemente hablando, bueno, estaba hablando la gente y me decían «Uy mira Ander, si está todo callado. Está de cuerpo presente pero ausente» y ya, poco a poco, sentí que me rompía y empecé a llorar.
La gente se acercó a mi diciéndome que qué me pasaba y les comenté lo de que me llamaran loco todo el rato y que yo no tenía aun tanta confianza en ellos como para tomarmelo bien. Alguno me dio la razón y diciendo que era cierto, que algunos se pasan. Lo curioso era que él mismo también sin saberlo era uno de los que jugando al juego ese de fútbol, cuando hice una jugada que no le gustó o no entendió, me dijo «Pero puto loco, qué haces!», por lo que yo ya le metía en el mismo saco.
Les dije que ya no aguantaba y que me iba definitivamente. Esa persona y otras 3 más o menos, me dijeron que no, que cómo me iba a ir, si les caía super bien, que si aquí todos estamos medio locos también y una cosa muy importante. Que yo, en los meses que llevaba ahí, la gente ya tenía mucha más confianza, que con gente que llevaban años saliendo como kuadrilla y que por eso, preferían que yo estuviera antes que otros. Eso es lo único positivo que saco de todo esto. Pero no, para mi ya fue una humillación suficiente y aunque Psyco no estaba en esa última despedida, me largué para siempre de allí, de esa manera sin cerrar nada en claro.
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