El nuevo local
Llegué a aquel local que era enorme… era una antiguo salón de juegos, con dos pisos y mucho espacio con muchas mesas, sillas, sofás, varias teles, mesa para jugar a ping-pong, despensa de comida, frigorífico para guardar la bebida… tenía de todo, el más espacioso que había estado nunca.
Bueno, Mure me empezó a presentar a gente de ese local y no os vais a creer a quién me encontré allí de frente… Al GILIPOLLAS de BESU.
A aquella persona que le había jurado odio eterno y me vengué con aquellos dibujos. Pues sí, era uno de sus amigos. ahí estaba con sus ojos de Besugo. Nos saludamos y bueno ya había pasado tiempo desde el acontecimiento de los muñecos y aunque yo me acordaba de ello (como pa no) él seguramente no y aunque nunca hablamos de ese tema, él también habría cambiado, supongo.
Otros tantos me fueron presentados, unos 9 o 10 personas que habitaban ese local y que conformaban esa pandilla. Tuve buenas sensaciones y me aceptaron bien por lo que acudí varias veces al local, primero acompañado por Mure pero en una semana ya iba yo solo.
Me gustaba el ambiente. En el piso de abajo teníamos una tele con la nintendo 64 y, jugábamos a juegos como el Mario Kart y al de pelea de Smash Bros donde había diversión para todos y había buen ambiente, piques y unión en ese local, aunque a veces los piques de unos y otros se podían tomar mal. También había una gran afición a jugar a cartas, juegos como el mentiroso, el mus o el póker estaban a la orden del día.
Todo esto acompañados de una música de lo más variada aunque casi siempre punk/rock americano como grupos de blink, Offspring, Sum41… veíamos los videoclips de esos grupos en la tele y por alguna extraña razón me hacía sentir e imaginar una vida al estilo Americano guay, con mucha locura de vivir una vida de jóvenes, con ambiente de fiesta y de desfase y todo esto acompañado de mis nuevos amigos. Algún día, tendría unas aventuras parecidas como las del siguiente videoclip!
Que ilusión me entraba al imaginarmelo. Me veía mucho mejor que en otras ocasiones la verdad.
El único pero que tenía todo esto era que no éramos tan sociables con otros, es decir, siempre estábamos los mismos en aquel local y no salíamos de allí a penas, algo que ahora que tenía confianza, echaba de menos.
Todo iba viento en popa aunque obviamente aún yo no tenía tanta confianza con ellos pero parecía que había encontrado mi sitio y a mis amigos.
La película de Jackass
Incluso ellos estaban grabando con alguna videocámara un video llamado “Jackass” donde se emulaba a los propios Jackass de aquella época (Gente que hacía todo tipo de locuras y bromas) y algunos se grababan haciendo locuras o tonterías. Por ejemplo, alguien un dia llevó un trineo yse echó desde el piso de arriba hasta abajo por las escaleras con ella. Otro fue con una cuerda a un puente, lo ató como pudo a algún sitio y empezó a bajar por dicha cuerda y empezar a hacer rappel por ahí sin protección. No sé un montón de chorradas. Ah por cierto, esta gente era también de la edad de la banda de los punkarras, eran bastante amigos y esa sensación me echó un poco para atrás pero bueno.
Aún así, cuando supe de la existencia de ese vídeo, me gustó la idea y me animé a tener mi propia escena, cogíendo el mismo trineo, me puse papel higiénico en la cara para que no me reconocieran y salí a la calle poniendo el trineo en la mitad de la acera donde pasaba gente y estuve un rato haciendo el gamba, como que remaba, mientras alguno del local me grababa en video y se reían. Me gustó la experiencia y hacer esas locuras también.
En realidad estaba feliz y orgulloso de tener esos nuevos amigos, que era lo único que me faltaba en mi vida y que tan importante era para los jóvenes de esas edades, ya que prácticamente los amigos se convierten en tu segunda familia y en muchas ocasiones tu mayor apoyo.
El amo Mure
En esa primera época con mis nuevos amigos me di cuenta de algo. Mure me seguía apreciando y yo a él también, manteniendo esa relación y conexión, pero claro, ahora en ese local había más gente, gente que Mure conocía y yo no tanto.
Entonces vi que Mure tenía otro rol o etiqueta totalmente diferente de la que tenía en la escuela. En el local Mure era el amo. Como en el caso del anterior local, donde uno de mi equipo era un ser tímido y reservado, pero en su local daba rienda suelta a su forma de ser y a su extroversión, lo mismo pasaba con Mure.
En el círculo de los 5, Mure era un integrante más, pero como ya dije “me seguía” a mí porque yo no tenía verguenza y yo era el trevido haciendo y diciendo las cosas. En el local Mure era un tío respetado y de alguna manera el que hacía las gracias y todos le reían.
No sé qué pasaba pero la gente cambiaba mucho en cada ámbito, de ser meros espectadores, sin atreverse a nada y pasando sin pena ni gloria a ser él mismo el referente del humor y de la seguridad en si mismo.
Todo era muy arbitrario y no entendía porque siendo la misma persona, parecía diferente dependiendo el lugar. No sé en qué se basaba esto.
El super-humano
Ahora sí, estaba en mi mejor etapa de mi vida. Lleno a nivel académico, social y de autoconfianza. Me sentía libre en todos los sentidos, y hacía lo que quería siempre y cuando no hiciera mal a nadie, como siempre.
Esa libertad, eso de tener todo lleno, sentirte respetado e importante, te hace ver todo de una forma diferente. Tenía esa sensación de estar viviendo el presente con intensidad, que era dueño de mi vida y el solo hecho de pensar eso, me entraban escalofríos de orgullo e ilusión.
También creía que tenía un DON para poder ser como era, descubrí que esa era mi esencia, el pasármelo bien y fluir positivamente con lo que te rodea, creyéndome importante para el universo, al igual que el universo lo era para mi.
Quizás exagere pero estaba cerca de rozar la plena felicidad con la conexión que sentía con el mundo y no solamente con las personas ni con seres vivos, sino con objetos inanimados y con todo lo que me rodeaba. Sentía que todo estaba a favor mío y yo mismo con esa percepción creaba un aura que me afectaba positivamente. Era la mejor época que he tenido en mi vida sin duda, más llena y plena. Y me di cuenta entonces de varios elementos que hacían que mi vida fuera mía.
El agua milagrosa
Un día, después de un entrenamiento de Futbol, llegué a casa a eso de las diez de la noche y antes de cenar, fui a la cocina porque tenía sed y cogí un vaso y lo llené de agua fresca que salía del grifo y me lo bebí.
Eso fue todo. ¿Y qué tiene de especial? Pues nada y todo a la vez.
El simple hecho de beberme ese agua, después de haber hecho ejercicio, de estar con gente y notar que ese agua era para mi, que el agua entraba en mi cuerpo a formar parte de mi, el estar agradecido con ello y acoger ese agua con mucho amor… me hizo sentir bien. Ese simple hecho, el de agradecer a aquello que me estaba ayudando a mi vida, que servía para hidratamer, bastó para darme cuenta de que estaba vivo y que el entorno me ayudaba a ello.
Después, fui al salón y miré a la tele, exactamente viendo antena 3 deportes. Con el pelo aún un poco mojado de la ducha del entrenamiento, estaba viendo aquella sección de deportes, donde destacaba el comentarista, los actos más significantes que habían hecho las personas, las cosas increíbles que conseguían. No me acordaba el qué exactamente, pero «increible golazo», » un tiempo magnifico ha logrado ese corredor», «ha conseguido lo que nunca antes nadie» «Tremendo jugadorazo es…» y me daba cuenta de que todo eran mensajes positivos, de que así funcionaba el mundo y de que yo, era parte de ese mundo. Eso todo me servia como motivación y guardarme esos mensajes para creerme yo también que era bueno.
Los objetos también sienten
Siempre desde pequeño se nos dice la diferencia que hay entre un ser vivo y algo inanimado, donde estos últimos no sufren, no tienen sentimientos etc. Pero… ¿y si imaginamos que sí es importante como tratamos esos propios objetos?
Quiero decir, cuando estaba estudiando en mi habitación, me solía despistar mucho y dejar volar la imaginación, como todos lo habremos hecho alguna vez. El caso es que de repente, empezaba a jugar con el boligrafo, lo miraba etc y pensaba, algo parecido que en lo del agua, que ese objeto me estaba ayudando a escribir y me ayudaría en el examen, siendo parte de mi de alguna manera.
Era un simple bolígrafo, pero si nos damos cuenta, ese mismo y no otro boli estaba utilizando yo para tomar apuntes, por lo que se convertía en algo mío, en algo que yo he elegido. Así, de alguna manera eso tomaba un valor sentimental. Yo ya sé que es un objeto inanimado, que no tiene sentimientos, que lo podría destruir a mi antojo, quemarlo, rajarlo… y a veces lo hacía, pero seguía siendo único y mi bolígrafo.
Es cuando la gente dice que «Es un regalo, tiene un valor sentimental alto» Pues lo mismo pero sin que nadie te de nada, simplemente todas las cosas que lleguen a tu vida, son especiales por el hecho de que lo han hecho, incluso con las cosas que no quieres tener.
Por ejemplo, hoy en día me pasa con la ropa. Veo ropa que ya no uso pero que antes lo usaba mucho y me doy cuenta de que hay que hacer espacio y que guardarlo solo sirve para ocupar más espacio. Entonces, con mucha pena, cojo una bolsa grande y voy metiendo los pantalones para tirar, no sin antes agradecer que hayan sido parte de mi vida y despedirlos de alguna manera.
También cuando alquilas algún material, como por ejemplo el de esquiar, los esquíes que te dan son aleatorios, entre cientos y cientos que te dan, pero, es como que se crea un vinculo entre tu y ese objeto que ha acabado en ti, como que estás viviendo tu propia vida y lo que aparece en ella también es importante. No sé, es una especie de vivir el presente en armonía con todo lo que te rodea.
Lo mismo me pasa hoy día al cortar hierba, al matar a algun mosquito que me molesta o incluso cuando quito y mato las garrapatas que le encuentro a mi gato y perro! Que siempre, antes de matarlas digo un «lo siento» o pido un perdón por hacerlo. Incluso si puedo evitar, evito hacer daño o matar ya que es un ser vivo al fin y al cabo. Es como que hay que tenerle un respeto a todo lo que nos rodea.
La música
La música fue otro elemento clave y creo que ayuda mucho a tener una vida más sana mentalmente. Es decir, mi cabeza está funcionando a todo trapo cada minuto del día y me doy cuenta que a veces la música es la que entra en mi cabeza y se repite y repite una y otra vez, como si una obsesión se tratara (Soy bastante obsesivo con las ideas, sí) pero que esta obsesión por la música, me hace sentir alegre, me llenaba de ilusión y me hace ver todo más sentimental, con más color y vida.
Esto me ayudó a que llevará la música casi a cualquier parte y que me empezara a cuidar a mí mismo también, por mi imagen, algo que nunca había hecho antes, ya que lo veía un poco egoísta.
Yo tenía un cuerpo bastante fibroso porque hacía deporte, pero mi piel era y es demasiado blanca, por lo que pensaba que le faltaba un toque de morenito para estar más guapo. Pues empecé a tomar con una amaca plegable que teníamos en casa, una media horita cada día afuera de la casa. Y ¡dio resultado! Tenía un poco más de color, que hasta la profesora se dio cuenta de ello y me dijo que me sentaba bien ese colorcito.
Esas sesiones de solárium natural estaban acompañados por todo tipo de canciones, sobre todo, rock/pop de aquel entonces. Grupos como Dickens sonaban fuerte por aquel entonces y cada canción que entraba en mi mente era como un estado, una motivación increíble, una manera de ver la vida muy positiva y ambiciosa, era joven y estaba listo para salir al mundo y comérmelo.
Otro de los culpables para que yo me sintiera tan bien era Shakira, la cantante. Tanto era mi bienestar que la música ayudaba a mantener esa sensación de estar en las nubes y empecé a llevar un mp3 con un montón de canciones suyas. «Bruta, Ciega, Sordomuda…» «contigo, mi vida, quiero vivir la vida…» cada frase de sus canciones, me producía algo en mi cabeza y mente que me gustaba, mezcla de motivación y positivismo, donde un escalofrío de sensaciones me recorría el cuerpo con su música.
También la canción de la tortura de Alejandro sanz y Shakira, era como mi canción referente, no sé por qué pero me hacía sentir bien, aquella conversación entre dos personas y que trataba un poco sobre el amor etc.
Y escuchaba sus canciones una y otra vez sin cansarme, porque además hablaba en muchas ocasiones del amor y del amor propio que tiene cada uno,por lo que me sentía identificado y ese escalofrío positivo me inundaba a menudo, sintiéndome el puto amo, como un ser supremo de bienestar.
El amor, se nota
Esas sensaciones que yo tenía y que me hacían verme como una persona especial, como poder vivir el presente y mi vida, se transmitia y tenía sus resultados con otras personas también. Hablaba con quien fuera, estaba con gente diferente, me saludaba la gente, notaba como alguna chica se fijaba en mi sin nisiquiera haber hablado nunca antes con ella, me gustaba tener contacto físico con la gente, tanto con chicas y chicos, en plan apoyarme en sus hombros, chocar los cinco… todo esos gestos que demuestran confianza y cariño entre las personas y eso me hacía sentir aún más vivo, me hacía sentir que les transmitía esa buena onda y ellos a mi.
Me daba cuenta de que tenía un montón de amigos en la escuela y en el local, que me apoyaban y me querían sin decírmelo directamente. Me veía totalmente rodeado de personas y eso significaba buena señal.
Y es que estaba en un momento de mi vida personal inmejorable, sientiendo que el universo estaba a favor mío y me cuidaba. De verdad, si la felicidad existe, creo que esta sensación es lo más próximo que alguien podría tener de ello. Era un ser perfecto, unido con el entorno, como lo hacen los de avatar con la naturaleza.
Esa sensación empezaba desde la primera hora, desde cuando me levanta en un nuevo día, me iba a duchar y sentía que ese día era única y exclusivamente hecho para mi, todo se levanta conmigo, todo se despierta junto a mi, sintiéndome estupendamente conmigo mismo y con todo lo que me roda, sano, fuerte, con las ideas claras, tranquilo porque no hay nada que me perturbe, donde el sol que va a salir por la mañana te da energía y te ayuda a sentirte bien, donde todo a tu alrededor está en armonía, donde no hay sitio para el malestar y todo está esperando a que tú interactúes con ello y eso te hace estar bien…. Joder en serio no habéis sentido nunca nada parecido en vuestras vidas? No sabéis lo que os perdéis…
La época Dorada del Fútbol
Aquí también empezó para mi la época Dorada del futbol, para mí y para muchos jugadores que conformamos aquel equipo en el año 2005.
Todos nos llevábamos bien con todos, el entrenador era el padre de uno de los jugadores, pero a todos nos trataba igual o mejor que a su hijo asique era un ambiente excelente para un equipo, el mejor que he conocido y creo que el que yo estuviera en ese equipo, tiene gran parte de la culpa de que ese ambiente fuera excelente, sinceramente.
Tú… ¿Eres así?
Era tan genial el ambiente, tal la confianza que tenía con la gente de mi equipo, que siempre estaba gritando, cantando, haciendo el tonto, poniendo ambiente y entraba como loco al vestuario (menos cuando estaba el entrenador, me daba respeto y era como que tenia que guardar las formas ante el). Siempre tardaba un huevo en cambiarme antes de los entrenos y al acabar, también tardaba mucho al ducharme, porque me quedaba a hablar con la gente, comentando cosas, cantando bajo la ducha o porque simplemente me tomaba mi tiempo de relax. Había gente que acababa el entreno, se duchaba, se cambiaba y en 5 minutos se iba a su casa. Yo no, siempre a mi ritmo y pasándomelo bien.
Me acuerdo una vez que llegué al vestuario ya gritando algún “oe oe oe oe!!” o algo parecido y lancé mi maleta en plan bruso a los bancos de los vestuarios que teníamos para cambiarnos. Ya estaba en mi salsa de esa locura alegre. Y entonces uno me pregunto…
“Oye Ander, ¿tú eres así en realidad? ¿Siempre vas tan a lo loco?”
Y a mi me sorprendió un poco la pregunta la verdad pero le dije:
“No, pero es que el venir aquí, a entrenar al vestuario, con vosotros y tal, es otro ambiente, no sé jajaja”
Y me dijo él:
“Ya, a mi me pasa lo mismo!! Si te etiendo”
Y era verdad, en la escuela, en la calle… si alguien nos viese diría que eramos super alegres y estábamos locos, como mucha gente cuando tiene 15 años, pero no era nuestro estado natural el ser así, ni de coña, sino estaríamos para que nos encerraran, pero en los entrenamientos, con el equipo… era nuestro microsociedad, nuestro ambiente que estaba permitido todo, me daba igual hacer el tonto y que la gente se riera de mi y me dijera que estaba loco, porque era dueño y señor de mi mismo, lo hacia a drede y tenía confianza. Me sentía bien y notaba el cariño de la gente por ser así, asique sin problema!
Entre los malos soy el mejor
También era curioso que me solían salir mejor las cosas en los entrenamientos cuando estaba con jugadores que yo consideraba “peores” que yo (Que probablemente lo eran). Porque claro, con los buenos pues es más difícil destacar y el mínimo fallo, se notaba y parecía que no estaba a la altura, por lo que yo me limitaba a ser seguro y no cagarla
Pero cuando me ponían con los jugadores de más bajo nivel, sentía que “yo soy el mejor de aquí” y mi nivel de juego era más confiado y mejor que en otras ocasiones, como que tomaba el papel de «líder» en ese sentido. Esto mismo suele pasar a jugadores profesionales, que por ejemplo, juegan en un equipo de media tabla y son los mejores de dichos equipos, destacando por mucho, pero va un equipo como el Real Madrid y no se sabe si por la presión, donde un pequeño fallo ya te van a mirar con lupa, te van a criticar en la prensa, estar rodeado de otras grandes estrellas, juegas cada vez menos… pero muchos jugadores pierden esa calidad y no vuelven a ser los mismos nunca más. Para que se entienda el simil.
La gente me aclama
Otra de las formas de motivarme y sentir el apoyo a mi mismo como jugador, era que por ejemplo, en un entrenamiento a las 20:00 de la noche en invierno, cuando no había apenas gente viendo ese entrenamiento, yo me imaginaba que sí que había gente y me veían como jugaba o como daba el pase o los movimientos que hacía y que los hacía bien.
Eso creaba una realidad donde me hacía hacer las cosas bien, controlaba el balón con elegancia, hacía jugadas con buenas intenciones… y en mi cabeza imaginaba que les gustaba a los que estaban mirándome y decían que tenía potencial, que era bueno etc. Pero claro, SABÍA que no había nadie mirándome.
Porque luego por ejempl,o en los descansos de los partidos, cuando salíamos los suplentes a calentar con la pelota y echábamos unos tiros a la portería, ahí si que me miraba gente, un montón de ojos observando todos los regates, las filigranas, las faltas que echábamos, los pases entre nosotros… todo era observado por el público y como sabía que era real, me ponía nervioso de cagarla o por quizás miedo a los juicios o los malos comentarios o risas que podía generar, algún tiro malo o algún pase incorrecto calentando. Era muy curioso. Quizás porque la gente de mi imaginación eran como yo quería, gente que no era tóxica etc, pero luego la realidad puede ser que si estén mirando y diciendo cosas incluso malas y eso me ponía más inseguro de mi.
Tú a ese le meas
Otra de las cosas que le afectaban a mi motivación era el apoyo o tener en cuenta las cosas que me decían los jugadores de mi equipo.
Me acuerdo que en un partido lejos de casa, como siempre, era suplente e ibamos perdiendo 0-1 y el partido estaba apunto de acabar, pero nos faltaba atacar más para generar ocasiones. En esto que el entrenador me va a sacar y antes de ello yo estaba un poco sin saber que hacer, porque el equipo no funcionaba y aunque tenía muchas ganas y me sentía bien como para salir (siempre me motivaba cuando salía), hubo una frase que me dijo un compañero de mi equipo, uno de los mejores y me dió el último empujón que me faltaba:
“Ander, el de tu banda, es super lento, le vas a ganar corriendo. Tu hazle correr y genera espacios. Le haces una jugada de las tuyas y le dejas en el suelo. Tú a ese le meas. Venga, ánimo eh»
Y toda la gente de mi equipo me daba ánimos y confianza. Esa piña que éramos y el cariño que me tenían me erizó el pelo y se me puso carne de motivación para salir a darlo todo. Me creí las palabras de mi compañero y salí al campo como si fuera el mejor jugador del mundo en esos momentos.
Efectivamente, cogí el balón, corrí hacia la portería, me paré cerca del área rival, amagué con que me iba para fuera pero de nuevo cambié de dirección y fui para dentro. El defensa, como me dijo mi amigo, no pudo conseguir equilibrarse y lo dejé sentado en el suelo, teniendo yo más espacio para acercarme por un costado, centrando el balón para que otro amigo cabeceara y metiera gol. Increíble.
Y era eso! Yo creía y sigo creyendo mucho en lo que dice la gente, sobre todo mi familia.
En la cabeza está todo
Antes en los partidos me ponía nervioso, porque sabía que la gente estaba mirando y podían ver las cagadas que hacía. Bueno eso cambió con el tiempo y ya me daba bastante igual y ese nerviosismo de “por si la cago”, se convirtió en “para demostrar lo que puedo hacer”. No sé, me motivaba jugar con público, esos ánimos cuando salía a jugar me motivaban, me hacían sentir bien, me daban un escalofrío de motivación y bienestar que siempre me ayudaba a dejar alguna perla futbolística en el campo.
Pues en un sábado de partido, ocurrió algo maravilloso para mi. Me acuerdo que por esta época, un equipo “pequeño” de la liga española, el betis concretamente, estaba haciendo un temporadón de la leche, con jugadores poco conocidos que se estaban saliendo. Bien pues el viernes me fui a dormir con el betis en mente y no sé que pasó que soñé que yo estaba jugando en el betis y que el fútbol me parecía fácil de jugar, como ellos. Con esa sensación me levanté y claro, visualizaba ese sentimiento, en el que me imaginaba hacer jugadas y que me salían bien. Me creía capaz de hacer cosas en el terreno de juego porque había visto o soñado que el fútbol en realidad, es sencillo.
Pues en el partido, estábamos en el minuto digamos 74, con el partido atascado con un 0-0 y yo acababa de salir con esa sensación en mi cabeza. Sabéis lo que pasó verdad? Sí, que metí gol, el gol que dio la victoria a mi equipo. No me lo creía. Todos abranzandome, alagándome, animándome… era el hombre del partido! Y justo dio la casualidad que teníamos cena de equipo esa noche, entrenador incluido.
Bueno ya sabéis que yo en estos ambientes sociales tenía una sensación un poco rara, pero no con mi equipo y no en el dia que marqué un gol. Motivado, era como el puto amo del día, todos recordándome el gol que había metido. Estaba en la gloria.
Eso me hizo reforzar y en los siguientes entrenamientos, me acuerdo que era el puto amo. ¿Por qué? Porque me lo creía y el gol era una buen argumento. Les meaba a todos los de mi equipo, literalmente. Sabía jugar al futbol. Incluso a nuestro capitán del equipo le hice un caño en una jugada y dijo “Joder , desde que ha metido el gol le sale todo eh!” y era verdad, estaba motivado, me creía bueno y hacía las cosas como tal.
Por eso en ese día certifiqué que podía ser aquel que yo sintiera que fuera y creo que todo el mundo funcionamos igual, con confianza. Si de verdad me creía que era el mejor, me saldrán las cosas bien. Si creo que la voy a cagar, la cagaré. No eres lo que eres, sino lo que crees que eres. Esto es la confianza.
Y así con estas reflexiones pasamos a la siguiente parte de mi mejor época.
Siguiente: La cara oculta de la vida.