Efectivamente, como dice el título, aquí volví a tener amigos. Yo ya tenía 14 años, todavía un chaval, pero madurando poco a poco.
Seguía atraido por Amazonas, seguía disfrutando el fútbol, en la escuela y como no, volvieron a ser aquellas fiestas de mi pueblo, de nuevo.
Claro, esta vez, no tenía a nadie con quien salir… y con 14 años que no salgas de fiesta, es raro. Había que socializar y salir a la calle. Además que Amazonas estaría por ahí, por lo que necesitaba urgentemente amigos con quien salir y quizás… ya me atrevería a decirle algo.
Porque es cierto, para este entonces, sí que me atrevía a hablar y a tener cierta cercanía con Amazonas, pero el tema que pensase que me gustaba, todavía era bastante tabú para mi.
Entonces otro antiguo compañero de aquella primera banda extinta, llamémosle Ozuli, con quien fuimos mejores amigos en su día y que aún manteníamos amistad además de estar en la misma clase, me dijo:
“Oye, vas a salir en las fiestas? Nosotros vamos a hacer litros en nuestro local, bebiendo y jugando tranquilamente y luego tenemos intenciones de bajar a la calle. Si quieres vente con nosotros, que mis amigos son majos y así conoces a la gente. Anímate!”
Y sí, conocía a algunos, precisamente porque uno estaba en mi equipo de fútbol, y en ese equipo todos nos llevabamos bien. Aunque bueno, justamente esa persona… parecía un poco tímida con el resto del equipo y muchas veces él y yo compartíamos banquillo, pasando el rato juntos y riéndonos.
Tenía un humor un tanto peculiar, lo cual hacía que el resto del equipo no sabían como tomar lo que decía y como no pillaban mucho su humor, creo que se sentía incomprendido en algunos aspectos. Eso le hacía falta de confianza y por eso su «timidez», pero nada de malos rollos, todos nos llevábamos muy bien.
Así que teniendo en cuenta todo esto, accedí esa noche a salir con ellos y me enseñaron su local, bebímos, me emborraché (no tanto como la primera vez), salimos y aunque no vi a mi Amazonas, me lo pasé bien. Con esa excusa, empecé a salir con ellos, ya que en su local, aparte de fumar ( que yo no fumaba), tenían una tele, la playstation 2 con juegos, altavoces con música donde muchas veces se escuchaba el grupo de el canto del loco, el cual me despertó cierto sentimiento de pertenecer a aquella nueva banda, sobre todo con canciones como la que decía
“Y tirar 500 piedras y corrernos 3000 juergas, si no vienes no habrá fiesta…”
y yo me imaginaba con mi nuevo grupo de amigos haciendo esas cosas juntos como una piña todos, como una familia y me emocionaba y llenaba de ilusión, era un buen sentimiento. Así que, me empecé a soltar.
Chavales, ¿jugamos un partidillo?
Recuerdo que una tarde, estábamos, el de mi equipo, yo y otros 3 viendo como uno jugaba a un videojuego llamado Final Fantasy, donde ibas con tu personaje de aquí para allá, pasando por diferentes escenarios.
Yo no entendía mucho de ese juego, pero parece que estaban perdidos y hablaban entre ellos de qué pueden hacer, de qué no, a donde tenían que ir… y yo estaba un poco callado y con esa sensación de que no estaba siendo muy participatibo, pero que estaba ahi y eso no me gustaba, hice un comentario.
El personaje estaba en una escena de playa, donde había otros dos personajes jugando como pasándose la pelota el uno al otro.

Entonces, yo en alto y en tono de broma por hacer la gracia, dije:
«Chavales, ¿jugamos un partidillo o qué?»
Poniendo la voz como si el personaje del videojuego les hablara a aquellos monigotes. Era algo simple, no sé, que yo entendería que pasaría desapercibido y se consideraría el típico «ruido de fondo».
Pero parece que no lo fue para el compañero de mi equipo de fútbol. Se paró con el personaje, giró la cara hacia ami y me miró con asombro y con una risa un tanto forzada y exagerada, se empezó a reir de lo que yo había dicho. Era la típica risa que la gente hace cuando quieres mostrar la expresión de «la que ha soltado». Luego comentando aquello con los demás, en plan «Va este y suelta, jugamos un partidillo» y empecé a sentir como que me querían hacer ver que eso estaba bastante fuera de lugar.
Y yo, en vez de tomármelo en cachondeo y a risa, como lo solía hacer con ese tipo de cosas, sentí que esta vez, era sin cariño, por lo que no me lo pude tomar bien.
Aquello me dejó con una sensación de que se estaban burlando por aquello que había dicho. Como he dicho,pensaba que mi comentario iba acorde con los comentarios chorra que ellos estaban haciendo también, pasando como un comentario más, que incluso alguno pudiera seguir la coña en plan «Sí, chaval pasame la pelota que te rebiento» o algo así.
Pero no me esperaba esa reacción y me hizo sentir mal. En cierta manera les hice gracia y por un lado era bueno, pero no me lo tomé así.
Además, el que inició y propició esa reacción fue mi compañero de equipo, con el que se supone que tenía confianza y esas cosas no me molestaban. Pero al estar en ese local y quizás tomármelo de una manera que no me lo esperaba, hizo que lo tomara mal.
Y a raíz de eso también recordaba una canción que de vez en cuando escuchábamos en ese mismo local, una canción de Soziedad alcoholica,»cuando nada vale nada», sobre todo en la parte que dice:
«Muchos además se están riendo, ignorando tu misería… pero a ti esas sonrisas te hacen más daño, que mil agujas clavadas en los dedos!… cuesta distinguir la realidad, cuando la vida, no vale nada y cuando nada vale nada ya…»
Y ciertamente era algo muy parecido a lo que yo me sentía con cada risa que yo provacaba ahí. Era paradójico porque el mister sonrisas y el mister buen humor que era yo, me estaba sintiendo como mister bufon.
La sombra vuelve
Y no sé si a raíz de ese episodio o no, pero aquella sombra de que algo no me encajaba, volvió. Con ello, empecé a analizar los comportamientos, roles y papeles que cada uno, en aquel grupo de amigos tenía.
Me fijé que había un lider del grupo, donde tenía el papel de ser el más “listo”, sensato e inteligente. Sinceramente, no creo que fuera tan listo, pero el que él se lo creyera, hacía que fuera «verdad» ya que los listos de verdad, no suelen tener la “necesidad” de demostrarlo, ni de reirse de las cosas que otros no sabían, diciendo que son tontos, y él lo hacía.
En las distancias cortas era majete y me trataba bien. Pero me llamaba “borrachuzo” en muchas ocasiones por lo que hice en mi día de presentación con ellos. Ese mote no me disgustaba tanto, ya que solo me lo llamaba él y para nada me consideraba borracho, simplemente alguna vez hacía el tonto más de la cuenta por estar un poco bebido, por eso no lo consideraba algo ofensivo sino más bien, con cariño.
Luego estaba al que si le consideraban un poco más corto o paletillo, pero que se enfadaba si alguien le intentaba tomar el pelo, por lo que le respetaban en ese sentido por sus salidas de humor que podía tener. Conmigo siempre fue majo.
Y después estaba el que jugaba en mi equipo. Recordáis que mi amigo era timido y un poco incomprendido? Pues aquí era todo lo contrario, el más bromista y lo que le dijeran le daba un poco igual. Era el típico que cuando hay confianza es un terremoto, pero cuando está con desconocidos parece un angelito. Pues lo mismo.
Y no había mucho más, siempre había piques entre ellos, sobre todo por tema de chicas o comportamientos que a unos le molestaban
Las nochecitas
Con este grupo es con quienes empecé a conocer un poco el mundo de la noche, los bares etc. Pero también notaba que la gente prefería estar en el local antes que salir a la calle, ya que era como su zona de confort y la calle, pues no.
Cuando ya estábamos en los bares, nos juntábamos con mucha más gente de nuestra edad etc y si que notaba que la, estaba más pendiente de lo que pasaba a su alrededor, mirando en todas direcciones, saludando a otros, mirando a chicas… sentía que a la gente le gustaba aparentar que eran sociales o algo así, que conocían mucha gente o que eran conocidos. En cierta manera me recordaba a esto:
Y justamente lo del video, también notaba que muchos de aquel grupo, iban mirándose en los espejos, que si el pelo tengo bien, que si me veo guapo… porque querían ligar con alguna chica. Es decir, esto en el local no importaba tanto, pero en ambientes de bares, sí, como si lo único importante fuera la imágen y aparentar cada uno y no tanto el pasarlo bien con los amigos. No sé si me explico.
Pero por eso, sentía ese ambiente de salir por la noche a los bares como un ambiente egoísta. Que no quita para que me lo pasara bien, pero tenía esa sensación, como que el salir de noche era una lucha de egos entre los jóvenes, para parecer más molón y con el objetivo de algunos de ligar y hablar con chicas, pasando yo y los demás, a segundo plano.
Si que me ponía algo nervioso a mi esas situaciones, porque yo no me veía muy identificado con esas actitudes, que aunque no fueran nada del otro mundo, yo sentía que no encajaba.
Bueno, me voy
Como cada vez tenia menos autoestima al estar con ellos, me sentía con poca confianza de ser yo y estaba con esa inseguridad permanente del miedo a la humillación o a que me tratasen de menos, con lo que me sentía tenso y nervioso al cruzar la puerta de aquel local, que decidí que no tenía mucho sentido seguir ahí.
Es más, llegué a un punto que cuando llegaba el fin de semana y era sábado a la tarde donde lo normal era ir al local, que yo intentaba evitar ir allí y postponia mi hora de bajada para estar el menor tiempo posible e incluso a veces se me hacía tarde a posta para justificar así que ya era tarde para salir y ni salía.
Por cierto, aquel local se pagaba entre todos los amigos, por lo que el hecho de que uno abandonara y dejara de poner su parte, repercutía en que el resto, tenían que pagar más para cubrir su parte.
Creo que eran 20 euros al mes más o menos, donde justamente el anterior mes el casero nos subió el precio del local y coincidió que un amigo también abandonó el local antes que yo, por lo que si yo me fuera, tocaría a 30 euros por cabeza. Quizás no sea tanto, pero recordad que teníamos 14 años y ese precio para la gente, era mucho.
Pero yo estaba decidido y les comunique por MSN messenger (Un chat grupal al estilo Whatsap, que solo se accedía desde el PC) que lo dejaba.
Les comenté que ya no pagaría más, pero que fue un placer y que de tanto en tanto, les visitaría. La mayoría aceptaron, al final era mi decisión. Pero otros, se enfadaron, no por mi, sino porque lo que tenían que pagar, era mucho y estaban un poco artos de que la gente abandonara.
Además alguien me dijo que mi presencia está bien, pero que eso le daba igual, ya que ello no evitaba que él tuviera que pagar más, que su padre era el que le daba el dinero y que le dijo que más de x no iba a darle para el local y que ahora a ver como le pedía aún más dinero…
Entonces me sentí muy mal, porque mi marcha también les puteaba a otros,no en el sentido de que me echarían de menos, pero sí por el tema del dinero. Yo no quise acabar mal en ese sentido con ellos y para no tener esa sensaciónde que aquellas personas me «odiasen», les planteé que aunque no fuera, podría seguir pagando mi parte.
Él me dijo, que esa no era la cuestión, que eso no tenía sentido, que el local era una cosa de todos y que algunas cosas afectaban a los demás, que si compromiso y consideración… no lo sé, no me acuerdo.
Pero yo me seguía sintiéndome mal por ello y del disgusto, empecé a llorar. No sabía qué hacer para sentirme bien y justo en ese momento, bajé al cuarto de mis padres que tenían una tele pequeña para intentar evadirme un poco, mientras triste y dolorido seguía llorando y soyozando.
En esos instantes y con 14 años empecé con mis primeras dudas existenciales. No entendía como no podía sentir la amistad, la confianza, el compañerismo… con ellos y con este tema del dinero, como que noté que yo sobraba pero que les importaba más lo económico… no sabía que pensar. ¿Qué era la amistad? ¿De qué trata la vida? ¿De qué trata tener amigos? ¿Que soy yo para el resto?
Y de repente, me fijé que en la tele estaban echando un reality vasco, donde casualmente también aparecía gente llorando.
El reallity
Yo estaba en esa situación, llorando de impotencia, de pena, de que no podía quedarme (otra vez) sin amigos y poniendo en duda mi propio ser.
Hasta que le pongo atención a aquel reality donde salía una persona llorando y abrazando a otra de pena. Parecía una despedida y la gente se estaba abrazando y llorando de pena porque se tenían que ir y el programa se acababa, pero al mismo tiempo de alegría de haberlos conocido.
Entonces ví claramente por lo que la gente siente y estaba justamente buscando la definición de la amistad y es que era eso exactamente. Era justamente eso, algo que te hiciera despertar emociones y sensaciones.
Y lo estaba viendo, se estaban queriendo, se estaban echando de menos el uno al otro por el simple hecho de ser ellos… eso era la amistad! Me gustaba y me apenaba también al mismo tiempo ver algo tan bonito como aquello. Y aunque fuera a través de un programa de tele, aquello me animó y me dió la respuesta a que todo se basaba en el amor al prójimo. Eso hizo que me sintiera de nuevo vivo y poco a poco fui contruyendome mis propias ideas sobre lo que era el mundo, las personas y el cariño.
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