Cambio en el local y Psycho

Cambio en el local

Todo me iba bien, era uno de los que cada vez aparecían más por el local, ya que me lo pasaba bien y era como mi segunda casa. Había videojuegos, buena música, amigos… y yo cada vez más a gusto y con confianza.

Desentono

Llegaron las navidades y jugaba el partido la selección vasca vs la selección de Camerún, que por aquel entonces, tenían como estrella a Samuel Etoo (Cosa que luego ni jugó, gran decepción).

Entonces fuimos varios amigos, al campo de fútbol de San Mamés a verlo. Con 15 años, estaba ilusionado, en plena época dorada del fútbol para mí, iba a ir con MIS amigos a un campo de futbol profesional a ver jugar a la selección vasca un amistoso contra Camerún. No había ido nunca a un evento de este calibre para mi.

Una vez ya en las gradas, el sentimiento de placer, ilusión y emoción era grande en mi. Por fin estaba disfrutando de una actividad fuera de la escuela y fuera de mi pueblo con mis amigos.

Estuvimos viendo el futbol y parecía que la selección vasca no podía dominar tan claramente a Camerún. Entonces yo, que estaba viendo atentamente el partido dije

“Pero tienen que poner más ganas y luchar más por el balón, lo tenías fácil…”.

Entonces un amigo que tenía a mi lado, me miró y me dijo:

“Ya, crees que es fácil eh, desde aquí se ve claro”

Y yo le respondí:

«Bueno a ver, es cuestión de luchar. Yo pondría todos mis huevos y creo que no lo haría mal»

Y me dijo:

«Osea, crees que si ahora te sacaran a ti, no se notaría el cambio en el equipo? ¿no desentonarías en el campo, verdad?

Para mi, esa palabra de desentono era nuevo. No sabía que significaba exactamente, pero lo suponía. Y como estaba motivadisimo por el futbol en ese momento y conocía mi capacidad de lucha dije::

“Pues creo que lo podría hacer bien”

Seguramente eso luego no sería así, ya que me guiaba más por el corazón y pasion que por la lógica. Pero mi mente me decía que era totalmente capaz y que ojala estuviera ahí para demostrarlo. Por lo menos sabía que iba a luchar y pelear todos los balones. Y eso quieras o no se notaría y se aplaudiría seguro.

Y entonces mi amigo me volvió a mirar seriamente y empezó a comentar con los demás de que yo decía que no desentonaría. Creo que ahí fue la primera vez, que estaba motivado en algo y mis amigos me hicieron sentir como que estaba diciendo una barbaridad y una tontería, aparte de no entender bien la parte del desentono. Me hicieron sentir un poco ingenuo por creerme aquello y  que lo que estaba diciendo no era inteligente.

Jugando al ping pong

Recuerdo que después de eso, otro día en el local, estabamos jugando partidas de ping pong en el piso de arriba con la mesa que teníamosl. Llevábamos un buen rato jugando partidas yo y otras 3 personas, donde se encontraba Besu entre ellos y nos íbamos rotando cada vez que alguien perdía a 6 puntos contra el otro.

Entonces yo por animar un poco, no me acuerdo que hice, pero despisté a la otra persona con algún truco o tontería y le hice un tanto y gané el partido. Todos se rieron de lo que hice y yo también y me dijeron que estaba loco por hacer eso.

Pero después de ello, cuando yo ya me ponía serio cuando me tocaba jugar, Besu me decía

«a ver ahora el loco este, que me va a hacer»

Y a mi eso me pillo desprevenido. Aunque me llamaran loco y me gustaba, la gente me suele llamar cuando hago alguna locura y aunque es cierto que después, alguno me llamaba loco cuando me veía, no me molestaba. Pero aquel «loco» sí me molestó por primera vez. No sé si porque fuera Besu quien me lo dijo o porque senti una cierto intento de falta de respeto, pero me lo tomé como un pequeño ataque y que no lo decía desde el cariño.

Entonces saqué la pelota y de una le gané a Besu, ya que teníamos la regla de que en un tanto, si ni siquiera tocas la pelota, directamente te ibas a la calle. Entonces este replico:

«Joder el loco, me acaba de ganar. Vaya»

Y a mi, no sé por qué, me volvió a molestar. Ya era la segunda vez. Entonces contra el siguiente rival, un poco molesto, ya no jugué tan bien y me eliminaron rápido, hasta que el contrincante (que no era besu) dijo:

«Este loco, es capaz de lo mejor y de lo peor por lo visto»

Y era como que me empezaron a dar esa etiqueta. Etiqueta que por cierto, la he tenido siempre y he estado cómoda con ella. Pero esta vez, no sé si por estar en la calle  o si porque fueran mis nuevos amigos, no lo notaba como algo positivo hacia mi y me molestaba.

Pero bueno, no le dí mucha importancia y estaba tranquilo en ese sentido.

Psycho

Os acordáis del gordito que abandonó el local porque se metían con él,¿verdad? Algo lógico y normal, nadie quiere ser objeto de burlas e insultos para nadie. Pero claro, luego te das cuenta de que al no estar ese blanco fácil para algunos, esas mismas personas necesitan saciar su “infelicidad” o sus ansias de menospreciar, con el malestar de otras personas, para que ellos se sientan mejor y creer que tienen más estatus que tú (Son deducciones).

Y esto era un perfil de persona para Psyco. Él buscaba a alguien, una presa fácil al que se le pudiera cazar, en forma de maltrato psicologico para ir agotandolo poco a poco con su veneno en forma de sarcasmo hasta dejarlo K.O. como lo hizo con Naruto.

Total que yo empezaba a soltarme más y después de lo ocurrido en aquella partida de ping pong, otro día diferente volví al local y nada mñas entrar por la puerta Besu me dijo:

«Hombreee ya está aquí el loco. ¿Con qué locura nos sorprenderás hoy?»

Y a mi eso sinceramente tampoco me gustó. Pero lo peor es que estaba psycho presente y esuchó aquello. Entonces, él captó el mensaje y también me empezó a llamar loco, pero de una forma quizás más hiriente.

Lo peor de todo, es que muchas veces me habían dicho otros amigos, que el propio Psycho estaba realmente loco, pero de forma negativa, que daba miedo sus actitudes. Yo por el contrario, era más sano y era más basado en tonterias y en ocurrencias.

El tal Psycho en cambio, parecía que disfrutaba con el sufrimiento, ya que la gente no le etendía bien al él hablar sobre torturas, veía videos gore donde mataban y torturaban a gente… cosas que te dejaban un poco extrañado. Nadie se fiaba del todo de él, en el sentido de que nadie sabía por donde podía salir y comentaban que era un tío dificil y raro de llevar. Si había un plan, de repente él se oponía o no estaba de acuerdo sin un motivo real y todos lo tenían como alguien en el que te podía salir por no sabes donde. No llamaba mucho la atención con sus actos, ya que era manso, pero era de esos que hablan mucho si les dan espacio.

Siempre que le vi reír positivamente de algo, siempre se reía de “las desgracias ajenas”. Fuera del local, socialmente también era bastante callado y no destacaba por ello. Pero en el local estaba en su territorio, po lo que con tantas horas que pasábamos allí y ya que aquello era un pequeño agujero, supongo que se sentiría fuerte.

Entonces empezó a utilizar la palabra «loco» hacia mí, de una manera sarcástica, hiciera yo algo o no para merecerme que me lo llamara. Eso es lo que no me gustaba y que lo hiciera con un término que para mi era positivo y que significaba ser único, especial y tener personalidad para hacer lo que quisiera y entendía que era una forma de que la gente me dijera «me lo paso bien contigo». Pero empecé a verlo de otra manera como si me intentara hacer sentir como «Tú solo estás loco y no haces más que cosas de locos». Hay una gran diferencia.

No entendía muy bien por qué lo hacía, pero eso a mí me mosqueaba.Supongo que a todos nos ha pasado alguna vez. Hacemos algo para bien o para mal y algunos nos pueden llamar x cosa, por ejemplo, que hemos tenido mucha suerte. Y estaréis de acuerdo que os lo repitan muchas veces y en cualquier ocasión lo de «es que tu tienes mucha suerte» al final cansa, porque aunque sea algo bueno, que te repitan algo constantemente es muy molesto, porque te hace sentir que solo eres eso. Pues igual con lo de llamarme «loco» a mi.

Por su puesto, aceptaba ser un loco, pero también quería ser una persona seria, amable, amigable, sensata, inteligente, graciosa… pero no, solo parecía ser un loco y con conotaciones negativas y me hacía sentir intelectualmente inferior, con la excusa del loco. Si que notaba que había una cierta superioridad intelectual, con frases hechas, con refranes, que yo a veces no entendía y por eso me llamaba tonto con la excusa de loco.

Por eso sentía que estaba muy lejos de sentirlo que me lo llamara cariñosamente y la percepción sobre mi mismo, estaba cambiando. Además, con su tono de serio o de sarcasmo, no sabía como actuar.  Era un ataque sin ser directo y ahí es cuando me pillaba a contrapie, sin saber como reaccionar. Si me atacara o insultara directamente, lo más seguro es que me defendiera, pero de esa manera no…

Además, eran mis nuevos amigos, con los que se supone que me tendrían que querer o sentirme yo querido, pero algo fallaba y empecé a no sentirme tan bien con su presencia y con su actitud hacia mí.

Algunos ejemplos que me dolieron y me acuerdo:

Año nuevo…

Seguíamos en navidad y llegó el 31 de diciembre, nochevieja. Era un día alegre para mi, ya que nos juntamos toda la familia en casa y pasamos un rato agradable con todos los primos y mis tios. Como cada año, después de las 12 de la noche hay costumbre de salir con los amigos a celebrar a los bares, los cotillones o lo que sea, que un año más estamos juntos.

Y a mí eso me gustaba, era símbolo de felicidad y alegría compartida y salíamos a eso de la una de la madrugada. La idea era juntarnos en el local para beber juntos, felicitarnos y después salir a la calle.

Me acuerdo que llegué contento al local y empecé a saludar y dar la mano a todos, felicitando el año nuevo. Llegó el turno a Psyco y también nos dimos la mano y saludamos, deseándonos un nuevo año. Pero antes de ya acabar con el saludo, me dijo algo que no se me olvidará nunca:

“Bueno, se suele decir que año nuevo vida nueva, pero en tu caso como sería? Año nuevo… locura nueva?”

Pero no en tono de cachondeo, en tono psicópata. Me molestó, me di la vuelta, no le dije nada y me marché.

Vamos era obvio que no me agradó eso y que no entendía sus “bromas” y creo que lo supo en ese momento cuando me marché y no le dije nada. Una persona normal y un amigo (o por lo menos el concepto que yo tengo de amigo), me vendría y me preguntaría si me ha molestado lo que me ha dicho o como poco decirme que no me lo tome las cosas mal que no era su intención. Pero el problema es que seguramente su intención si fuera esa.

Hervores

Pasaron un par de meses después de las navidades y la cosa iba en aumento. Psyco fijó su mirada en mí, como Sauron lo hacía con su anillo y parece que su único objetivo era poco a poco ir desgastándome, creando un nuevo juguete para su diversión y compartir ese juguete con todos los demás.

Un día me acuerdo que estábamos jugando al videojuego de fútbol llamado Pro evolution soccer 4. Yo estaba de espectador y alguien que estaba jugando marcó un gol. En la celebración, se ve de fondo el público gritando y celebrando también, pero eran como viñetas mal hechas, de mala calidad. Entonces a mí se me ocurrió decir que estaban mal hechas, que mira como celebran esos monigotes y que a ver si sería difícil hacer que el público de la grada pareciera más real.

Pues no se entendió muy bien la pregunta o no sé qué pasó pero alguien dijo “qué más da, mientras se juegue bien al juego, para que van a invertir en eso que no importa?” Algo lógico y entendible y que ahí hubiera terminado la conversación a no ser que fuera por Psycho.

Psyco siguió y dijo, “bah déjale, si a este le falta un hervor, preguntando cosas que no tienen sentido. Un par de Hervores le faltan. Así te voy a llamar, el Hervores. Vale, hervores?” podría ser cachondeo, pero ese tono de querer molestar conseguía su fin. Además me estaba llamando loco con algo relacionado que había dicho y que no tenía sentido. Ahora lo de loco lo relacionaba también con no ser inteligente y con alguien que decía cosas no importantes.

Yo no sabía cómo contrarrestar eso y por mi debilidad ante algo que ya era molesto de verdad me limité a callarme. Gran error.

Ya por apenas todo me decía Hervores o loco o lo que sea, con mi simple presencia me lo llamaba. Pero no para animarme o para bromear conmigo, simplemente sabía que me podía incomodar con ello y así lo hacía.

Cada vez que yo comentaba algo o participaba en algo me hacía entender que no era nada coherente ni importante lo que estaba aportando, porque estaba loco o porque era el hervores y ya nada se tomaba en serio ni con respeto.

Yo también llevaba apenas un año en el local y tampoco la iba a liar en plan enfadarme y montar el pollo en el local (aparte de que no tenía huevos).

Además en otros ambientes y situaciones puede que si alguien viese que Psyco me estaba incomodando o molestando, le dijera algo a él para que parara, pero nadie hizo nada.

La partidas de mus

Algo que solíamos hacer mucho también en el local era jugar a un juego de cartas llamado mus, que se jugaba en parejas 2 vs 2.

Pero solo estabamos yo y otro amigo que llamaremos Bird y que luego hablaremos de él. Pero eso necesitabamos 2 mas para jugar. De repente entraron otros dos al local,  y uno de ellos era Psycho. Bird les propuso jugar con nosotros y claro, no tardó Psycho en aceptar y  empezar su recital conmigo:

“Con el loco este vamos a jugar? Bueno… la tenemos clara. Venga vale, una partidita para humillaros? no veo por qué no.”

Por un lado era normal el pique de «yo soy mejor que tu» o de » os vamos a ganar» eso era el pan de cada día. Pero eso de que perderíamos por mi o porque yo estaba loco pues no es tan bonito.

Y yo ya pasé, ya estaba acostumbrado a esa humillación, aunque no al malestar. Una vez empezados a jugar,  se dedicaba a lanzarme comentarios hacia mi de forma que me molestaba. Era un no parar de frases tipo :

“Buf, no sé si envidar, creo que no tienen nada, pero bueno, teniendo al lado al loco éste a saber lo que tienen y puede pasar…”

Ahi yo interpretaba que quería decir que yo no seguía una lógica o que no era bueno jugando a las cartas, que no era inteligente porque estaba loco.

“Es que joder, con este loco que te puede sorprender con una de sus locuras hay que tener cuidado”

o cuando me tocaban cartas buenas y al mostrarlas decía:

“no es fácil jugar con el hervores este eh… siempre te puede sorprender”

todo el rato de esa guisa. A mi me estaba poniendo nervioso y no me podía concentrar en el juego, cometiendo más errores que cometería jugando tranquilo y claro, eso era más carnaza para Psyco:

“Ves? Es que no hay quien entienda al loco este. Teniendo buenas cartas y pasando todo el rato… Bueno tu a lo tuyo hervores, cada uno con su locura y hervores con la suya”

Hasta que ya llegué a mi límite. Que utilizara mi locura para hacerme saber que era malo o que no tenía sentido el como jugaba, haciendome sentir tonto, era demasiado. Entonces me entró la vena impulsiva y me descontrolé un poco. Me dieron ganas de pegar a Psycho para que dejara ya de molestarme. A grandes males, grandes remedios, pensaba.

Por eso, pensé en darle detrás de la cabeza una buena ostia e hice el gesto de levantar la mano y la llevé con velocidad a detras de su cabeza para chocarla.

Pero justo en el momento en el que mi mano iba a golpear con fuerza, frené la velocidad de mi mano y un rayo de cordura, de que ese no era mi estilo, de que iba a mostrar mi sensibilidad por aquello, que iba a romper la «convivencia» de aquel grupo, de que luego la gente ya no sabría como tratarme y de que ese acto, puede que hiciera que aquél término de «loco» estuviera justificado por aquel acto violento, paré en seco a tiempo y simplemente le rocé la cabeza.

Él se dió cuenta, se dío cuenta de que casi le pego pero que no me atreví al final y en vez de tener un poco de empatía, dijo:

“¿Qué tenía una mosca o qué? Me has quitado una mosca de la cabeza? Gracias”

El caso es que no paso absolutamente nada más y la partida siguió su curso con mi  incomodidad y estando más apagado de lo normal y con Psyco metiéndose conmigo.

Muchas veces lo he pensado. ¿Qué pasaría si de verdad se me llega a ir la cabeza y le llego a pegar fuerte? ¿Se asustaría Psyco y dejaría de meterse conmigo? Seguramente su efecto tendría, quizás no fuera el camino correcto de mostrar que algo me molestaba, pero era un camino.

No me preocupaba el acto de pelearme en si, sino en las consecuencias que para mi tendría dentro de mi grupo de amigos. Y probablemente, fuera lo correcto, aunque sea para mi mismo y para demostrarme que al final si tenía amor propio y que me hacía respetar defendiendo mi honor.

Pero no lo hice, no hice nada. Me quedé mudo, como si nada pasase. Por eso, esto también fue como un punto de inflexión de sentirme que estaba sometido a los demás, que no tenía suficiente poder de defender lo mío en situaciones desagradables. Que era cobarde y no valiente.

Deja un comentario