Finalmente llegué a casa y hablé con mis padres de aquel problema. Le conté todo, lo que me llamaban y mi padre indignado y decepcionado me decia «El herbores y que te falta un hervor? Pero esa gente de que va, como te van a llamar eso.» y me dieron la opción de que hablaran con sus padres para poder solucionarlo, pero les dije que no, que ya había sido suficiente humillación, como que para mis padres fueran los que solucionen la papeleta y no yo. Simplemente quería dejarlo como estaba.
Mi padre, al ver mi estado y como si de una ruptura sentimental se tratara, me llevó a un pantano cercano a dar una vuelta y a hablar. Pero ni siquiera me acuerdo de lo qué hablamos porque la preocupación era grande en mi.
Había vuelto a fracasar, pero esta vez, era diferente. Esta vez, había sido humillado y el hecho de pensar de que por algún casual me podría cruzar con Psyco o con alguno de ellos por la calle, me aterrorizaba y no sabría cómo tomármelo, ni cómo actuarían conmigo aquellas personas. Me volvía aquella sensación de que me llamaran loco y yo me sintiera mal.
Las sospechas y lo que quería evitar a toda costa para desmentir aquel miedo a la gente que me podía hacer sentirme mal por mi forma de ser, se hizo realidad en forma de hechos.
Y lo peor fue que al irme, les había dado la razón a ellos y no pude hacer frente a aquello, no siendo capaz de ni siquiera defender mi postura, siendo esa autodefensa inexistente y eso fue un duro golpe para mi autoestima.
Por eso necesitaba un apoyo incondicional para salir a la calle mínimamente tranquilo, alguien que confiara en mí y estuviera conmigo siempre, algo así como una novia (que no tenía).
A por la morena
En un intento desesperado por tener alguien para que me ayudase a superar aquella situación y poder seguir haciendo planes fuera de la escuela, pensé en Morena.
Sabía que entre nosotros había feeling, aunque no tenía ninguna certeza de que yo le gustara ni estaba seguro de que quisiera nada conmigo. Pero ya no tenía nada, había perdido todo y ella me gustaba, era mi última esperanza.
Pensé en decirle que me gustaba y que si quería empezar una relación. Se me ocurrió un lugar en el que podíamos quedar con intimidad (como lo pensé en el episodio de amazonas) y mientras mis ganas de decírselo a la cara y estar con ella aumentaban, me conecté al messenger que tan útil era por aquellas época para chatear con mis contactos.
Era un sábado y sabía que Morena no era muy asidua a conectarse al messenger por lo que esperé mucho tiempo mirando cada vez que alguien se conectaba. Pasó un día, hasta que en aquel domingo al mediodía… Tachán!! Veo que se conecta.
Espero un rato y le digo un «Hola». Seguidamente me contestó y hablamos un poco de cosas banales. Le dije que necesitaba decirle algo y que quería quedar con ella a ver si era posible hacerlo. Ella sorprendida me dijo que por qué quería quedar. Se extrañó y yo le dije que se lo diría en persona pero que para mí era importante. Y me dijo que el martes en la escuela se lo podría decir (Resulta que el lunes era festivo), pero yo le dije que tenía cierta urgencia (Porque quería privacidad). Entonces dijo que vale.
Y yo contento, no podía esperar más la oportunidad de decírselo y tener una relación de pareja con alguien por primera vez, haciendome olvidar todo lo malo. Mi idea era quedar esa misma tarde, para soltárselo y descubrir si era correspondido o no. Pero… ella no podía aquel domingo. Me dejó desencajado, ya que yo quería hacerlo cuanto antes.
Me propuso quedar el lunes después de las 5 de la tarde, que era donde ella tenía un hueco pero que se tendría que ir a las 5 y media porque tenía alguna otra historia y no podía estar mucho tiempo.
Yo en un principio acepté, aunque las condiciones no eran las idóneas y no me convencían del todo. Mi idea de cómo decírselo y mis planes se fueron al traste pero bueno, al fin y al cabo se lo iba a decir.
Pero… después recapacitando, entre que sospechaba que no le apetecía mucho quedar conmigo, que teníamos poco tiempo para lo importante que era para mi, que tenía que ir en autobus a su pueblo que estaba a unos 20 minutos… finalmente creí mejor cancelar la cita. No lo vi claro ni tenía el momento idóneo para decírselo, asique al final le dije que no importaba que al final no era nada y que no se preocupara, por lo que me respondió que de acuerdo.
Y así, otra vez echándome atrás en algo que quería conseguir y otra vez cobarde de mí que no me atreví a hacerlo. Quién sabe qué pasaría si me hubiera atrevido? Seguramente me diría que no, pero lo hubiera intentado y me hubiera quedado bien.¿ O me hundiría más? O me diría que se lo pensaba? Jamás lo sabremos porque otra vez, utilicé la técnica de la huida e intentar olvidar las cosas.
Estabamos ya en Junio, prácticamente en los últimos días de la escuela.
Los últimos días de Ander en la escuela
Aún con ese varapalo en mis sentimientos de haber abandonado el local y de seguir temiéndole a Psyco y a los demás, fui a la escuela con relativa tranquilidad, ya que allí era otra persona y sentía que aquello seguía siendo lugar seguro.
Pero no tenía mucho sentido y empecé a darle vueltas a todo.
«¿Por qué aquí si puedo estar bien y en otro lugar no? ¿Por qué siento esa autodefensa o esa seguridad donde en el local no pude tener? La gente sigue siendo muy parecida, lo que cambia entonces es el lugar? No es que aquella gente del local fueran malos malísimos y en la escuela eran buenos buenísimos todos, que va, es más mi percepción del peligro y de la gente. ¿Pero entonces? ¿Por que la gente si es tan parecida, en la escuela estaba bien pero en la calle no? ¿Por qué si Psyco y otros vieron que me molestaba, no pararon de llamarme «loco»? ¿Por qué todos fueron como fuenteovejuna sin pensar en nada más? Tiene que haber un factor común en todo ello que me ayude a entender el por qué de esas actitudes conmigo!»
Me crucé con Morena y la saludé. Hablamos un poco y básicamente le dije que lo de quedar era para una tontería y que no pasaba nada. Ella me dijo que si yo quería quedar, que ella estaba dispuesta, pero yo le dije que gracias que no hacía falta. No se si lo dijo porque tenía de verdad ganas de quedar conmigo o por simple amabilidad, pero yo no estaba ya para pensar en noviazgos, asique así quedó la cosa.
En clase todo parecía ir normal, como siempre. Se notaba ese ambiente pre-verano tan bueno que suele haber, la gente más contenta de lo normal etc. Pero algo en mi estaba cambiando. Intentaba mantener la misma positividad y energía de antes, pero de vez en cuando aquella sensación del local, interfería. Ese trauma era aún reciente y seguía dándole vueltas del por qué no pude adaptarme por 3 vez a la calle.
Y de repente, no sé cómo, encontré la respuesta que más me encajaba y que le daba sentido a todo.
“ Los del local actuaron así contigo porque en realidad no les importaba como me sentía. Para ellos era una muestra de poder o un entretenimiento el hacer sentir así a otros y tener esos roles definidos, porque ellos se sienten seguros. Claro, es eso, no les importaba nada como me sentía, si no hubieran actuado distinto. Pero eso… no es único en mi, sino la gente somos así parece ser… es decir cada uno queremos lo mejor para nosotros y si para ello hay que machacar al otro, pues lo hacemos. Y en la escuela también? Pues… sí, lo único que mi percepción era diferente y no lo veía así. Pero en el fondo está claro que yo no tengo nada de importancia para nadie, cada uno va a lo suyo, le importa él o ella mismo solamente. No puede ser… tiene sentido. Cada uno va buscando entonces el beneficio propio en el fondo y los demás, pueden ser elementos para conseguir ello.»
Entonces tenía sentido. Tú no haces sentir a alguin mal si te importa, por lo que estaba claro que yo no les importaba a aquellos. Eso de que no importo, choca directamente con los pensamientos y sensaciones que tenía hasta ahora de la vida en general y de que todos nos importamos en el fondo. Ahora de repente, todo era al revés y tenía sentido.
Aquel egoismo de la gente y de mirar solo por lo suyo, explicaba el sufrimiento que yo acababa de sentir por algo tan simple que fue el ser yo mismo (Algo que temía desde siempre).
Y con esas ideas, que me dejaron una sensación extraña, me quedé sin entrar a una clase durante un momento, pensando en todo aquello e intentando ordenar mis ideas que pasaban por mi cabeza. Estaba confuso y estaba reflexionando con cierta preocupación. Tal como hasta entonces interpretaba a la gente y a la sociedad, se estaba desmoronando y cambiando a una realidad que no me gustaba.
Efectivamente, yo también veía las cosas positivas a mi manera, lo cual no parecían ser ciertas. Empecé a ver situaciones donde las personas piensan en ellas mismas, siendo eso lo más importante para cada uno, importándonos poco los demás en el fondo.
En plena revuelta y aparición de esos pensamientos, mi profesora salía de otra clase y me vió a mi ahí fuera sin entrar a clase. Me vió un poco intranquilo y me preguntó si ocurría algo para que no entrara yo a clase y que tenía cara de preocupado. Y no sé, decidí contar lo que me había pasado en el local, que al final no pude entender a mis amigos y no logré estar bien con ellos. Y ella me empezó a animarme, que si son cosas que pasan, que estuviese tranquilo… y que a ella también le ocurría lo mismo en su trabajo. Por un momento, me alegré, ya que una persona me estaba intentando animar, por lo que puede que si importase a alguien al fin y al cabo. Pero de repente, algo me hizo llamar la atención cuando ella me dijo algo así:
«Si, yo también que te crees, que me llevo bien con todas mis compañeras? Que va, también hay diferencias y yo también con algunas estoy mejor que con otras. Eso nos pasa a todos Ander, incluso a mí. Yo llego a la oficina y sé cuando puedo estar cómodo con alguien y cuando no, o donde quién puedo confiar… si eso lo irás viendo, pero como a ti, a todos nos pasa que no siempre en todos los lados nos sentímos cómodos.»
La profesora me empezó a hablar de sus experiencias parecidas a la mía, algo normal para empatizar. Era una anécdota que pasaría desapercibido, a no ser que yo puse la atención en que estaba hablando de ella misma, como que le estaba sirviendo lo que yo le contaba para desahogarse y no tanto para que yo estuviera mejor o peor.
Ahí algo se activó en mi mente. Sus palabras del «Yo también» parecía que le quitaban importancia a mi mismo y mi mente ya se fijaba en aquello como el egoismo y la razón de todos mis miedos.
Y claro, en vez de pensar que estaba empatizando conmigo, sentí que yo tampoco le importaba mucho y que aprovechaba para hablar de ella misma y que se sintiera ella mejor, enfocándose en ella y no tanto en mi.
En fin, se marchó mi profesora y yo me quedé aún más pensativo con aquello. Pensé que ya era hora de entrar en clase y que remedio, a ello fui. Toqué la puerta, me habrieron y procedí a irme a mi sitio.
Como siempre, eso me hizo sentirme bien, ya que notaba que entraba a un lugar seguro, donde llamaba la atención de gente que me respetaba, me veía seguro y cómodo. Por un momento, recuperé mi esencia.
Llegué a mi asiento, y antes de sentarme observé a la gente, donde vi a un compañero que me hizo el gesto con la cabeza de haber qué había pasado y le dije que luego se lo comentaria mediante otro gesto. Después, me senté con ganas e ilusión. Oveja que estaba al lado mío junto a la pared me preguntó que haber que había pasado, le dije que nada, una chorrada. Entonces inspire, me senté mirando para adelante y volví a aquellos pensamientos.
Esa vez que me senté fue la última en que yo me sentí bien siendo lo que era. La última vez que me vi una persona normal. A partir de ese momento, Ander cambió totalmente.
Finalmente, llegaron las vacaciones de verano, estando mucho tiempo solo, mucho tiempo para pensar y al no tener ningún apoyo o alguien en quien confiar, ni con quien quedar para despejarme la cabeza, esas ideas extrañas que empezaron en mi mente como unos desconocidos, se desarrollaron de una manera obsesiva, enraizandose en mi mente.
El I.A.C.O.Y
Y aquí nacieron estos 3 elementos que básicamente son los que llevan la batuta de mi vida. Por un lado tenemos la Identiad. La identidad la compone lo que nosotros creemos lo que somos y lo que creemos que somos para los demás.
Estaba claro que yo no quería sentirme humillado y rechazado de ninguna manera, de hecho ese era mi miedo, que gente que me importaba me tratara así. Y como eso sucedió y no concordaba con lo que yo sentía de mi, a lo que percibía de los demás, pues habia un conflicto. Además le había dado la razón y había justificado esa «identidad» que me dieron sin yo poder hacer nada.
Como ahora, de alguna manera, tenía sentido, yo ya me identificaba con aquella manera de tratarme como un tonto (Que fue más que nada, por la palabra «loco») y si mi yo, mi ser y mi esencia intentaba aflorar o sentirme bien de alguna manera, aquella identidad de «tonto» se repetía en mi mente, dejándome a mi mismo sin saber cómo actuar, ya que me hacía sentir mal. Es decir, mi identidad cambió y todo lo que yo haga, diga o sienta, es de estar loco y de esa sensación de menosprecio/rechazo hacia mi mismo. Ya no podía sentirme bien conmigo mismo, esa identidad de «loco/tonto» me perseguía y me obsesionaba, siendo lo peor que una persona podría sentir, el que se sienta que no le aceptan o menosprecian simplemente ser él o ella.
Luego tenemos a la Autodefensa. La autodefensa era la que tenía que haber salido, pero no lo hizo y como no hizo cuando veía que me sienta mal, y había aceptado esa sensación de que la gente era peligrosa, de que la gente me puede hacer sentir mal y yo no puedo reaccionar, mi autodefensa, mi autoestima o como lo quieras llamar, despareció por completo, teniendo así miedo y esa sensación que voy a estar a merced de los demás y no de mí mismo, sientiendo a todo el mundo como mi posible enemigo, ya que dependía de ellos y no de lo que yo pensara de mi.
No era capaz de poner limites, con la letra C de Cobarde por no dar la cara por mi mismo y por no poner límites a las cosas que no me gusten o simplemente, por intentar luchar por aquello que creo que es justo para mi y me beneficia. Al no tener esta autodefensa, esa sensación de vulnerabilidad, cobardía y debilidad, se apoderó de mí. Una persona, que se vea cobarde y que no es capaz de luchar porque la sensación de conflicto le supera, no es nadie, como en mi caso. Todo le da miedo y me entra una sensación de cobardía, donde nos falta la última letra.
La O, trata del Orgullo. De alguna manera, recuerdo muy bien esa sensación y es como que no me permito que yo haya tenido ese fracaso como persona, el orgullo de que me han vencido pero que no lo quiera demostrar, el orgullo de no demostrar mi debilidad ni cobardía, hace que no me enfoque en esta mala sensación y haga como que no pasa nada, como que todo está bien y normal, cuando en realidad es que no. Supongo que todos recordaremos algún episodio donde nos hicieron sentir mal. Pues imaginad que eso se repite constantemente, como algo que no has superado y que el orgullo, te impide hablar de ello o de reconocer que eso me ha pasado a mi.
Finalmente tenemos la Y, de Yoismo. Todo se explica a través de esto. Todo lo que ocurre en el mundo tiene una razón egoista. Este dolor, esta sensación de loco/tonto, de que no me puedo defender, de que no quiero que me traten así pero lo permito por mi cobardía, se escuda en que en el fondo no importo a nadie porque a la gente solo le importa el propio beneficio. Ese es el disfraz o el argumento que tomó mi mente para justificar aquellas ideas y sensaciones negativas, que desde aquel 2006 han estado en bucle en mi cabeza sin parar ni un segundo, impidiendo sentirme bien conmigo mismo y alejandome de todo lo social, no queriendo saber nada de nadie, porque primero, mi identidad de «loco» no me permite, segundo no tengo la «autoestima» o coraje suficiente para afrontar las cosas, tercero no quiero «demostrar» esto delante de la gente, por lo que huyo y cuarto, no conecto con nadie porque todo el mundo va a lo suyo y pueden llegar a ser mis enemigos, donde yo como mucho, puedo molestarles.
En resumen eso es el diagnóstico que tengo, que no sé si alguien más lo sufre o qué, pero es como que voy en contra de mi mismo, sin encontrar motivos para sentirme bien y no teniendo un diálogo negativo hacia mi mismo, pero sí basándome en una supuesta negatividad y malicia de la gente, que no me deja ser libre.
El pensamiento del YO
Como he dicho todo mi malestar lo justifiqué con ese pensamiento del Yo, donde ahora solo veía egoismo en la gente y por eso no podía sentir otra cosa que rechazo hacia ellos.
Además, las risas o las simples críticas sobre mi, me saltaban las alarmas de mi malestar, sobre todo con la palabra «loco», a la cual le tuve una fobia durante mucho tiempo (Y aún, depende como me coja, me afecta).
A veces intentaba visualizar un escenario donde yo volvía a ser alegre y social con la gente, pero siempre venía la imagen de «Tú no eres importante» que de alguna manera, me hacia ver la gente o «Me das igual tú» donde esa imaginación, tomaba mucha fuerza contra mi.
Aquí entró otra de mis cualidades, la obsesión por las cosas. Esas ideas de rechazo y esos sentimientos de no ser una persona normal, se repetían una y otra vez, si no era una, era la otra, pero siempre en mi mente. Esto hizo que poco a poco, notara un hormigueo extraño en mi sien izquierda, como que algo, alguna idea o pensamiento, no me estaba haciendo bien. Notaba como una presión que necesitaba salida, sobre todo, cuando socializaba de cualquier forma y tuviera que mostrarme una parte de mi (No cuando iba a comprar algo por ejemplo).
Me sentí un poco como Juana de Arco, que pasó a estar convencida de sus ideas a dudar de todas ellas por no haber tenido el enfoque correcto:
La música
La música había sido un elemento clave para mi mente y para ver las cosas de una mejor manera. La música estaba ahí, no tenía ni vida, ni personalidad, por lo que todo ese tema del egoismo y la maldad… no tendría sentido. Se supone.
En el pasado me había funcionado alguna vez, con algún desamor o alguna decepción que tuve, haciéndome sentirme mejor. Pues en eso me intenté centrar de nuevo y me acuerdo que iba en el coche con mi padre y escuchando a mi grupo de música favorito. Y me dije a mi mismo:
“Es mi grupo favorito, me gusta su música y soy fan de ellos. Si los conociera… seguro que les caería bien y por ser su fan estarían orgullosos de mi.»
Sí, eso me debería de haberme motivado y hacerme volver a sentir esa conexión entre la música y yo.
Pero no fue así. El pensamiento del Yo me hacía ver las cosas de diferente manera. El razonamiento para que me volviéra a sentir mal fue:
“Sí pero ellos no saben ni que existo… además, que más da que yo sea su fan o no, con los miles que tendrán, les dará igual que yo sea o no su seguidor. Yo en el fondo les doy igual. Además, estoy loco y que iban a pensar de mi… Ellos simplemente quieren que más gente les escuche, pero no por la gente, sino para conseguir su fama. En el fondo la gente les da igual, solo les importa porque les ayuda a conseguir fama.»
Y esto fue un motivo por el que empecé a verlo todo así y empezara a no tener pasión por nada, porque no había ninguna conexión que me atara a aquello que me gustaba. Por eso simplemente, empecé a evadirme de mi mismo, ocupando la mente como podía, viendo videos, peliculas… a veces sin enterarme de nada y sin quererlo realmente, pero ya no tenía aficiones y no disfrutaba con nada.
De repente, todo era absolutamente banal, incluso el fútbol, aquello con lo que tanto disfrutaba, también me pasó esa desconexión como con la música, bajando mi nivel de rendimiento, sin poder concentrarme, ni disfrutar ni nada.
Todo llegó a un nivel tan extremo que no sé ni cómo he logrado sobrevivir hasta tener estos 35 años, donde ya digo, es como una historia en blanco, como que no la he vivido porque no puedo sentirme bien conmigo mismo. Al mismo tiempo, me gustaría disfrutar de los eventos sociales, donde sí soy sociable y tengo don de gentes, pero es que con esas ideas me es imposible disfrutarlas, por lo que estoy en un limbo atrapado, que me hace sentir mal, pero siento que lo hace para protegerme de futuros y peores malestares.
La familia
Incluso con la familia me pasa. Obviamente, siento que aun me quieren y que no me van a tratar como a un loco/tonto pero el que yo tenga esa sensación ya es suficiente para no estar de manera normal incluso ni con ellos.
Además, este cambio radical a mal me pasó a los 16 años y no sé, parece que para ellos todo iba normal, yo tenía una vida normal, pero lo cierto es que no. Por eso mismo, es que ni antes ni ahora se preocupaban por como estaba, otra prueba más de que en el fondo, pues tampoco importo tanto. No sé, al menos alguna preocupación o sospechar de que algo no me iba bien. Pero nada, todo parece que iba sobre ruedas. Pues nada.
Y sí, claro que tenía que haber pedido ayuda yo, pero no estabamos acostumbrados a hablar sobre esos temas, nunca habíamos hablado sobre lo que pienso o siento de nada, ni quienes eran mis amigos, ni que hacía, ni nada de nada sobre mí, por lo que tampoco iba a acudir a ellos esta vez, quería avanzar solo. Pero no pude. Por lo que no, la familia jamás ha sido y es un apoyo esencial para mi, ni yo para ellos obviamente (Aunque en el fondo me da pena esyo) al menos así lo noto.
Además, mi familia no hizo ni ha hecho nunca el esfuerzo de intentarme convencer de aquel temor que tenía hacia la gente ni era cierto. Creo que me tenían que convencer desde el convencimiento de ellos mismos que no pasaba nada por relacionarse con los demás, pero no hubo eso que yo necesitaba en su día y pude no desterrar, sino que verificar que efectivamente, yo estaba en lo cierto al temer y tener esa actitud cobarde con la gente, porque ellos también lo eran.
Y si precisamente mi problema está en que siento que yo no importo nada, como voy a hablar de ello si no importo nada, osea no tiene sentido. Quizás podría hablar de otro problema si acaso, pero justo de lo que me impide que haga cosas, es raro.
La pobreza
Si que es cierto, que alguna vez hablé con esto de mis padres. No fue al inicio, sino ya pasado unos años y enquistandose ese malestar en mi. Yo necesitaba cambiar urgentemente aquellas ideas que me negaban prácticamente mi existencia, necesitaba algo que me dijera que estaba equivocado y darle vuelta a esa situación para volver a sentirme bien.
Les comenté que básicamente no importamos nada los unos a los otros y que en eso se basa todo lo que hacemos y somos. Se quedaron sorprendidos y rápidamente me rebatieron con ideas opuestas o que desmentían aquello. Primero me dijeron que prestara atención a la tele. Yo con desgana, lo hice. Ahí estaba un calvo con gafas con cara de bonachón hablando de los trabajos sociales, de los voluntariados que había hecho por África, de lo que aportó a los niños de allí, como él educaba en las escuelas a aquellos niños… y como esa experiencia fue la más enriquecedora de su vida. Yo tras ver un rato a ese tío hablar dije:
-“Qué? Para que me habéis traído aquí?”
Mi padre, al que le consideraba inteligente prosiguió:
-“La pobreza. Habla de la pobreza”
-“¿Y?”
-“Joder escucha lo que dice! Que ha estado muchos años ayudando a gente que no tenían nada, sacrificando su tiempo, su vida, que podía estar haciendo otra actividad que le gustaba más pero que el voluntariado y el sacrificarse por los demás ayudándoles, por querer disminuir tanto sufrimiento y pobreza en otros lugares, le empuja más. Además, ha pasado por épocas que mientras ayudaba, tenían un calor extremo, unos guerrilleros secuestraron y mataron a alguno de sus compañeros, se puso muy enfermo… que muchas veces ha estado a punto de abandonar y que ganas no le faltaba, pero aun así él ahí siguió y de hecho sigue, todo por ayudar a los demás. Lo que te quiero decir es que lo que tú dices que todos somos egoístas, aquí tienes un claro ejemplo de que no, de que la gente sí que hace otras muchas cosas por los demás incluso sacrificándose ellos mismos por la mera satisfacción de ver a otros bien y por nada a cambio, por lo que tu argumento no tiene fundamento!”
Bien, hasta aquí argumentos bastante convincentes, con verdades y hechos reales que convencerían a cualquiera. Pero no, al pensamiento del YO ,no le convencerías tan fácilmente, era ya una maquinaria brutal que destroza cualquier argumento posible existente y no tiene rival. Así que mi respuesta fue la siguiente:
“Vale, tienes razón de que esa persona haga cosas para mejorar a los demás. Pero… por qué quiere mejorar y ayudar a los demás? Porque así es como ÉL se siente mejor, así es como él cree que debe de hacer las cosas, por lo que llegamos a lo mismo, lo hace porque es mejor para sí mismo. Si le importara una mierda los demás, no lo haría, porque a él, personal y egoístamente a él, no le aportaría nada! Pero en este caso, a este señor el hecho de ayudar a otros, le hace sentirse realizado, le hará llenarse de satisfacción y le hará creerse mejor persona o que irá al cielo o yo que sé! Pero está claro que para nadie hay otro antes que uno mismo, por lo que lo hace primeramente pensando egoístamente en él. En realidad los pobres africanos son una herramienta que utiliza para su propio beneficio personal, para que pueda hacer actividades que le llenen! Por lo que acabamos en el mismo punto siempre!”
-“Pero eres tonto o qué? (era mi padre, que me lo decía cariñosamente por la barbaridad que acababa de decir) Si ha tenido ahí momentos de mucha angustia, que estaba fatal, apunto de dejarlo porque no podía más pero a pesar de ello ha seguido haciendo el bien a los demás! Que pensando en él mismo ni que leches, que no!“
-“Que no, que no tienes razón! Es como a veces pienso, vosotros me queréis y me cuidáis porque soy vuestro hijo, pero llego a no serlo y os daría exactamente igual quien fuera yo, no tendría ningún valor para vosotros. El único valor es ese, que soy vuestro hijo, ya sea tonto, feo, estúpido, alto o el más listo. Vosotros me queréis porque soy algo vuestro. Pero si no, tendría como el poco valor que tienen los otros hijos de los demás padres/madres para vosotros, que os importa muy poco y viceversa, pues lo mismo!”
Y bueno tuvimos una pequeña discusión donde mis padres no se creían que yo pensara de esa manera. De hecho, estuve muchos años sin poder explicar la justificación que mi cabeza hacía para entender por qué la gente tenía ese poder de hacerme sentir mal y al fin, un video lo explica bastante bien y claro que es verdad. Pero mi error fue, utilizar esta verdad para justificar mi malestar:
En fin, ellos concluyeron que me vendría muy bien hacer el tipo de cosas que hacía el chico de la tele, voluntariados o ayudar a la gente, que eso me ayudaría a darme cuenta de las cosas buenas que podemos llegar a hacer por los demás, que veré la necesidad que hay en el mundo y como se colabora entre todos para construir un mundo mejor, ayudándome a abrir los ojos. Pero no, ese no es el problema, parece que no me entendieron y si vosotros al leer esto pensáis que me vendría bien, tampoco.
Siguiente: El origen de todo