Nuestra voz interior

Al final todo se reduce a lo que nos decimos a nosotros mismos, ya que la realidad como tal no existe, solo existe lo que nos creemos y nos decimos a nosotros mismos. Esto lo hacemos con nuestra voz interior y muchos lo tenemos casi apagados, otros lo usan diariamente y otros, aunque lo usen, lo que se dicen no es para nada positivo.

Pero entonces, si la felicidad se basa en sentirnos bien, ¿Por qué no tenemos un buen diálogo interior con nosotros? Porque aquí hay muchos factores que implican el tipo de diálogo que tenemos, como nuestra forma de ser, nuestros traumas, la opinión de los demás, incluso el propio aprendizaje de cómo tener nuestra voz interior.

Y aquí yo creo que la sociedad actual y con la cantidad de depresiones que hay, es que no sabemos como fortalecer y aprender a utilizar nuestra voz interior a nuestro favor.

Por ejemplo, yo no soy capaz de sobreponer una imagen positiva o darme ánimos a mi mismo en los momentos más bajos. Aunque me intente decir «ánimo, tú puedes» no me va a servir de mucho, porque no tengo ese diálogo entrenado y no me creo esas palabras que me digo a mí mismo.

Esto es un problema, ya que el no saber gestionar una tontería como es el que note que alguien me hable sin respeto, puedo estar varios días enganchado a esa mala sensación y dándole vueltas.

Y aquí creo que entra un factor clave: La calidad de vida.

Se sabe que en los países más desarrollados tienen la tasa de suicidio más alto. ¿Por qué? Pues porque tienen de todo y nada les falta. Sí, el no faltarnos de nada, el poder acceder a casi cualquier cosa que queramos, donde en principio esto parece positivo, quizás no lo sea tanto.

El ser humano está diseñado para conseguir una recompensa como resultado de un esfuerzo, un esfuerzo donde hay que trabajar, pasarlo mal, aprender y salir adelante. ¿Qué pasa?, que hoy día no hace falta ningún esfuerzo para nada y nos quita esa capacidad de lucha. Por ejemplo, yo, que soy el menor de 3 hermanos, me lo daban todo por ser el pequeño, antes incluso que mis otros hermanos.

Esto hacía que yo me sintiera que sin hacer nada, lo tenía todo y con ventaja sobre los demás. Me creía que me tenían que querer por ser yo y no tenía ese espíritu de lucha, del currármelo para conseguir algo. A donde quiero llegar es que todo el esfuerzo es incómodo, todo el trabajo es un esfuerzo, pero ahí, en el sufrimiento y trabajo, es donde aprendes a luchar por ti mismo y esa voz interior nuestra se fortalece.

Porque luego, por ejemplo, yo voy a otro sitio que no sea mi familia y no me dejaban elegir el tipo de postre porque se ha acabado antes, y no tenía esa ventaja de que me lo dieran a mí, me sentía más, pensaba que no me querían, porque tenía la voz interior de que me tendrían que cambiar por ser yo y en vez de aceptar esa derrota, lo que hacía era decirme «eso significa que no me quieren», una voz interior dañina.

Luego también está la tecnología, que parece muy divertido e interesante, pero también tiene sus riesgos, ya que a mí, por ejemplo, me sirve como evasión sobre algún problema que tenga y lo que hago es ganarme esa dosis de dopamina (felicidad instantánea) sin afrontar ese propio problema verdadero que tenía de fondo y sin fortalecer mi diálogo interior.

Todos nos hablamos continuamente a nosotros mismos, el pensamiento, esa vocecita que tenemos… es nuestra voz interior, que no para ni un segundo de estar presente, incluso en sueños. Lo que pasa es que lo tenemos ahí, pero no sabemos cómo utilizarlo a nuestro favor esta voz interior.

A mí se me ocurren varias ideas para fortalecer el hablarte tú a ti mismo, para sentirte mejor:

  1. Háblate en voz alta a ti mismo mirándote al espejo: Haz esto 5-10 minutos antes de dormir y 5-10 minutos al despertarte.
  2. Escribe: A veces el hablar se nos hace raro, pero si escribimos, nos ayuda a entender mejor y a sacar lo que tengamos «negativo».
  3. Visualizaciones: Visualiza lo que desees, aunque lo veas imposible o sea difícil. Al final, de tanto imaginártelo, es como si te convencieras y puedes cambiar aquello que se te hace difícil.
  4. Escuchar música: La música a veces es un buen consejero y nos ponemos en la piel de lo que dice y nos puede ayudar de terapia, manteniendo luego esa melodía o canción en nuestra cabeza, cuál diálogo contra el dolor se tratara.

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